CampusMac, segundo dia
Como el año pasado, como ayer, hoy sigue siendo difícil describir qué se siente en la CampusMac.
Las actividades han comenzado, así que la sala general de máquinas sufre picos constantes, tanto de lleno como de vacío. Los asistentes, tímidamente, van negociando sus permisos para mirar por encima de las espaldas de otros usuarios, reduciendo de ronda en ronda las distancias -los más avanzados ya preguntan sobre lo que ven, y en función de la longitud de la respuesta saben si se les está invitando a preguntar más o a volver más tarde… o nunca (no es el Status de iChat, pero funciona igual).
Los niños, ese pequeño pelotón -apenas una veintena- también van asimilando de forma subcutánea qué es el “estilo diferente” de la CampusMac, y ya ensayan la media distancia del control parental, concentrado en comidas y piscina, y la independencia de tener sus propias actividades, como el taller de cometas que pacientemente ha desarrollado José Félix, o las actividades de vídeo que el Grupo de Profesores del Proyecto Grimm está desarrollando en estos momentos.
Esta mañana Efraín García dio pistas sobre cómo sacar más partido a nuestras cámaras y fotografías, Faustino Forcén siguió sembrando de FileMaker las mentes de los interesados y Jordi Joaquim Recort demostró las razones por las que Mac OS X es la opción a elegir cuando se trata de pensar en el futuro. Para aquellos que trabajan los efectos especiales, Luis Díaz-Faes desparramó sus conocimientos sobre AfterEffects.
Ya por la tarde, Victoria explicó gráficamente cómo pinta con Photoshop, y ya por la noche, X-Loan nos ofrece una hora de pinchadiscos con Mac, bajo el indescriptible nombre de “Acción Disco”.
Como podeis ver, CampusMac sigue siendo el lugar para saber más sobre nuestros ordenadores, nuestra productividad y nuestras aficiones.
También, por los pasillos, es frecuente presenciar identificaciones positivas de aquellos que hasta ahora no tenían deje, ni color de pelo, ni edad determinada. Tan sólo un apodo y muchas horas de conversación escrita. Hoy, ahora, eso está cambiando para unas doscientas personas.
Desde hoy, cada vez que alguien escriba, lo hará con su deje, cada vez que ponga un emoticón, sonreirá con su cara y hará esa mueca tan característica que siempre ignoramos que hacía. En resumen, nunca volverá a ser un simple nick.
Enclaustrados en este Paraiso en mitad de ninguna parte (que me perdonen los locales), en la sala de máquinas, bajo la luz constante e incansable de los fluorescentes, el día pierde sus horas. Dura lo que tardes en salir al exterior, y entonces descubres con sorpresa que sigue haciendo el mismo sol que dejaste hace “n” horas, o te quedas perplejo descubriendo que alguien bajó la reja de la noche en algún momento y nadie te avisó.
Así que te vuelves a la sala, donde sigue habiendo gente interesante con la que hablar, compartir, aprender… por eso es difícil describir un día de CampusMac más allá del simple y frio calendario. Y es que CampusMac es el triunfo de la persona sobre la máquina, aunque sean máquinas (coches, autobuses, ordenadores,…) los que nos permiten reunirnos.
Mañana más.