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Así espía China a Francia (y al resto de países…)

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Son expertos de la copia doméstica y en Francia han extendido la práctica a escala industrial. El país vecino está en alerta tras haber detectado una mayor presencia de curiosos asiáticos interesados en los secretos más ocultos de su economía.
El escándalo Renault, con tres altos cargos de la compañía acusados de vender a China información privilegiada sobre el coche eléctrico, ha desatado la alarma y ha puesto en guardia a la inteligencia gala.


Según los expertos en inteligencia económica consultados por la prensa francesa, los chinos se valen de canales de información abiertos como las publicaciones especializadas, los salones o ferias e Internet. Técnicas legales que se verían reforzadas por la ingenuidad de unos espiados ajenos al riesgo. Despistes banales como hablar más de la cuenta con el compañero de asiento en un vuelo o dejar el portátil en el equipaje del avión pueden desencadenar una filtración.
Distracciones aparte, entre las técnicas utilizadas hay algunas más reprochables que otras y en ocasiones los espías recurren al juego sucio. En este sentido los servicios secretos advierten: nada de sexo en los hoteles durante los viajes de trabajo. El diario francés LeParisien cita el caso de un investigador de un grupo farmacéutico que fue víctima de chantaje tras ser grabado en sus momentos de asueto nocturno.
Feo, pero menos reprobable, es el recurso a la picaresca. Una práctica extendida es la de comprometerse a comprar miles de productos a un industrial francés y cuando el ingenuo comerciante envía el primer ejemplar, la compra se anula y meses después el empresario encuentra una réplica exacta de su producto en el bazar de debajo de su casa.
Otra treta común es lanzar una oferta internacional para desarrollar un proyecto y poder acceder a los proyectos de los investigadores. Cuando los convocantes han saciado su apetito curioso se anuncia que el programa no se va a llevar a cabo. Otras veces compran una empresa en apuros con la excusa de salvarla cuando en realidad el objetivo es copiar su tecnología y luego dejarla en la cuneta.
En ocasiones los empresarios chinos ofertan programas formativos en su suelo pero lo que pretenden no es formar sino informarse. Cuando se hizo el Tren de Alta Velocidad francés una empresa asiática ofreció un curso para ingenieros franceses. A los pocos meses China inauguró un tren idéntico al que habían programado galos y alemanes.
La accesibilidad de los canales de información pone en bandeja la posibilidad de copiar con el mayor descaro. En 2009 los investigadores del Centre National de la Recherche Scientifique descubrieron que un grupo de empresarios chinos había publicado una patente en la que ellos llevaban trabajando años. Coma por coma. Pero el riesgo de ser espiado es inevitable. En Francia, por ejemplo, hay entre 20.000 y 30.000 estudiantes chinos que hacen prácticas en empresas.

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