Piscu salva a un Dépor sin pegada

Un cabezazo del central en los instantes finales igualó un choque que Villa había decantado para los visitantes.
[La Voz de Galicia, por P. Barreiros] Un certero cabezazo de Piscu salvó al Dépor de su tercera derrota liguera de la temporada en Riazor. El Valencia, o más bien el acierto de Villa, que sacó partido de una mala cesión atrás de De Guzmán para adelantar a su equipo, estuvo a punto de llevarse los tres puntos.


El equipo coruñés combinó errores infantiles en retaguardia con el pundonor y la fe de sus atacantes, que siguen peleados con el gol. Ayer su juego tampoco estuvo a la altura.
Lotina sorprendió al prescindir de Valerón de inicio. Cinco partidos consecutivos (desde el Bernabéu) ha permanecido el talentoso mediapunta en el once deportivista. La decisión provocó que el Dépor recuperase su anterior esquema de dos pivotes y tres mediapuntas. Aunque sobre el campo había tres mediocentros (De Guzmán, Juan Rodríguez y Antonio Tomás) el malagueño jugó pegado a la banda derecha y se sumó en no pocas ocasiones al ataque. Verdú, hasta ayer en el mediocampo, adelantó su posición a la espalda de Lassad y al lado de Lafita. Volvió a convertirse en el faro de su equipo, pues allí donde tocó el balón se hizo la luz.
Dos errores estuvieron a punto de desequilibrar el partido en los diez primeros minutos. Primero, Alexis dejó un balón franco en la frontal a Lassad que el francés convirtió en un disparo duro y raso. César, quien cojeó desde el primer minuto a causa de la lesión que sufrió en la UEFA, se tiró al césped para detenerlo con seguridad. La respuesta che no tardó en llegar. Otro error, esta vez de Laure, quien sacó en falso una falta en el mediocampo, fue aprovechado por Joaquín para plantarse solo ante Aranzubia, quien le rebañó en el último instante.
Lassad pudo ser el mejor de su equipo, puso en jaque a la defensa del Valencia, pero unas veces le faltó definición y otras veces conectar con sus compañeros, que no entendieron sus pases. Las falló de todos los colores. En su oportunidad más clara, en los minutos finales, estrelló el balón en el lateral de la red con César batido.
Los deslices volvieron el partido loco, trepidante en las áreas e inexistente en el mediocampo. A los 25 minutos, una peligrosa cesión atrás de De Guzmán acabó en los pies de Villa, quien abrió el marcador después de colocar con sangre fría el balón lejos del alcance de Aranzubia. El gol, por imprevisto y desafortunado, volvió de mantequilla las piernas de los futbolistas de retaguardia del Dépor, que dudaron cada vez que un rival los presionaba.
A los locales les faltó continuidad. Jugaron a rachas, casi siempre envalentonados por el rugido de Riazor, su jugador número doce. Solo De Guzmán, a quien la grada pitó por sus numerosos errores en el pase, puede quejarse de la comunión de la grada con su equipo.
Con el Valencia atrincherado (especialmente tras la expulsión de Villa por empujar a Aranzubia) el monólogo coruñés tuvo premio. Una falta sacada por Sergio fue cabeceada por Piscu, que se llevó la alegría de la noche. No fue suficiente para ganar.

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