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As Pontes

EL TESORO DE AS PONTES

En el año 1893 el médico ferrolano don Santiago de la Iglesia exploró varias mámoas en la llanura de As Pontes. En una de ellas, de pequeño tamaño, con el túmulo de tierra limpia, descubrió un singular tesoro que se encuentra actualmente en una vitrina en el Decanato de la Facultad de Xerografía e Historia de la Universidad de Santiago.
El tesoro, está compuesto por una pieza excepcional, una diadema de oro, además de un puñal de cobre y cuatro puntas de proyectil del mismo metal de las denominadas del tipo Pálmela.


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Andando el tiempo estas piezas, sobre todo gracias a las investigaciones de D. Federico Maciñeira y Pardo de Lama, fueron conocidas en la bibliografía científica donde han alcanzado gran notoriedad.
Desde la época de su hallazgo, hace 99 años, se han sucedido los descubrimientos de joyas de oro y de artefactos de cobre de la misma época pero los objetos descubiertos, especialmente la diadema, han mantenido su valor de piezas singulares.
Esta es una lámina rectangular de oro batido en frío que mide, 34,5 mm. de largo y presenta perforaciones en sus extremos para facilitar su sujeción.
El conjunto de piezas de cobre está compuesto por un puñal de espigo de hoja, alargada con biselado, roto en su extremo distal, y por cuatro puntas de proyectil con pedúnculo para facilitar el enmangue al astil o vara que los portaba.
La diadema tiene varios paralelos en la península ibérica que ayudan a entender su cronología, adscripción cultural, función y significado. El hallazgo más próximo es el de la cista, tumba paralelepipédica, de A Quinta de Auga Branca en el Norte de Portugal donde apareció otra pieza similar decorada con dos sobrias hileras de triángulos, otro puñal de espigo y unos aros de oro.
En un enterramiento en fosa en Fuente Olmedo, Valladolid se encontró un ejemplar acompañado de un puñal de espigo y doce puntas Pálmela, con cerámica campaniforme.
Por último en Montilla, Córdoba, otro ejemplar se encontró en un contexto parecido con el puñal y las mismas puntas.
Por su parte los puñales de espigo se encuentran en hallazgos aislados, en depósitos en compañía de otros objetos tales como puñales con perforaciones en la base y hachas, y solos o con vasos cerámicos o brazales de arquero o con joyas en enterramientos en cistas de piedra en Galicia.
Las puntas Pálmela se encuentran asociadas al mundo de la cerámica campaniforme y a los puñales de espigo.
Los datos citados confirman que las piezas del tesoro de As Pontes pertenecen a un momento avanzado de la Edad del Cobre o Calcolítico, sincrónico con el desarrollo del vaso campaniforme o quizás al comienzo de la Edad de Bronce, el Bronce Inicial del noroeste, dentro de unas fechas que podemos situar entre el 1900yel 1800/1700 a.C. más o menos de acuerdo con los paralelos tipológicos y las dataciones del Carbono catorce sin calibrar.
Como hemos visto cada uno de los integrantes del tesoro tiene numerosos paralelos en la Península Ibérica. Pero no se limitan a ésta, sino que aparecen objetos semejantes en la Europa Atlántica de la época.
La asociación de los elementos entre si resulta ya menos frecuente pero se documenta en el Norte de Portugal, Zamora y Andalucía donde en un dolmen aparecieron dos puntas Pálmela atadas por una lámina delgada de oro.
Estos datos apuntan al valor notable del cobre y del oro, los primeros metales usados en la Península Ibérica y que en un primer momento tenían un valor emblemático como signo, indicativos del estatus de sus poseedores en una época en la que se percibe a una mayor jerarquización de la sociedad.
Desde un principio asistimos a la diferenciación del cobre y del oro que si bien son materiales valiosos con función emblemática indicativos de riqueza, estatus, poder y con valor de cambio y posiblemente místico en el caso de este último, en el cobre se va a desarrollar un valor de uso tomando cada día parte más activa entre los útiles metálicos que lentamente le van ganando la batalla a los de piedra mientras que el oro se va a mantener en el dominio de, la joyería con todos los valores que esta encama.
En todo caso la asociación de la diadema con los cinco objetos metálicos representa un lote de gran valor que se amortiza, se retira del mundo de los vivos para ser colocado en .una tumba bien como propiedad del muerto bien como ofrenda, con una finalidad profana o religiosa.
La deposición de esta riqueza en la tumba, algo excepcional en el contexto de la época, permite considerar que el muerto era una persona de alto estatus, un poderoso que ostenta en la tumba las joyas y las armas como símbolo de su poder y que tal vez estaba relacionado con la guerra como se puede deducir del armamento. Puede que se tratase, de un varón guerrero, un jefe con atributos militares, figura muy característica del final de la Edad del Cobre y del comienzo de la Edad del Bronce en algunas zonas del continente europeo y no solo de la fachada atlántica donde como paralelos más inmediatos podemos señalar, el ajuar de la cista de A Quinta de Auga Branca en el Norte de Portugal, los túmulos armoricanos en la bretaña francesa y los de Wessex en el Sur de Inglaterra.
El tesoro del túmulo de As Pontes es una muestra de un proceso que se desarrolla en las culturas europeas de la época donde se va formando una sociedad jerarquizada, en la que la guerra tiene cada vez un papel más importante y el poder se expresa por la ostentación de joyas de oro y de armamento de cobre instalando así las raíces de un mundo que va a alcanzar su auge en la Edad de Bronce y que en cierto modo ha llegado hasta nuestros días.
De hecho las piezas de As Pontes todavía hoy en 1992, casi cuatro mil años después de haber sido colocadas en la tumba, tiene todavía su función de ostentación del poder, en este caso académico, en una vitrina colocada en el suntuoso despacho del decano de la Facultad de Geografía e Historia.
Las piezas que eran un tesoro lo son aun más si cabe hoy en día por su valor económico y antigüedad y alcanzarían un buen precio entre los coleccionistas de antigüedades. Pero su auténtico valor es el del conocimiento que podemos obtener sobre nuestra historia a partir de ellas si empleamos el método adecuado pues como hemos visto es posible conocer aspectos de la economía y la sociedad de aquellas épocas remotas a través de su estudio. Para sacar a la luz su verdadero valor y disfrutar de ellos es necesario proseguir su análisis de un modo más detallado y divulgar estos conocimientos.
Por ello creemos que no seria mala idea que el año que viene en el que se cumple el centenario de su descubrimiento, después de cerca de 4000 años de ocultación en la tumba, se celebrase una exposición en la villa bajo el lema “El tesoro de As Pontes vuelve a casa” y así los Ponteses pudiesen disfrutar siquiera sea de un modo temporal de estas reliquias de su pasado.
Artigo realizado por J. M. VÁZQUEZ VÁRELA (Profesor titular de Prehistoria Universidad de Santiago), publicado no libro da Festa do Carmen do Ano 1992
Cortesía de Guillermo

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