El arte en el paisaje industrial pontés

Vivió parte de su infancia y juventud en As Pontes, un lugar que ha determinado el “imaginario arquitectónico” de Rubén Panete, un artista multidisciplinar que expone hasta este viernes en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) Gas Natural Fenosa de Barcelona su último trabajo: ‘Arquitecturas negras’

Pasó parte de su infancia y juventud en As Pontes, un lugar que, por las arquitecturas industriales de “Calvo Sotelo y Enfersa, así como las de los diferentes poblados, con sus tipologías de ciudad jardín o bloques de rápida construcción para trabajadores”, han determinado el “imaginario arquitectónico” de Rubén Panete, un artista que expone una de sus últimos trabajos en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) Gas Natural Fenosa, de Barcelona.

Esta exposición, que lleva por título Arquitecturas negras -y que podrá visitarse hasta este viernes-, le ha permitido regresar al paisaje de su infancia, después de constatar que el impacto de esas experiencias primeras, son las que le han llevado a recorrer media Europa, por donde todavía le quedan muchos pasos por dar.

Entre la selección de obras de esta imponente muestra, que consta de una instalación y un vídeo en formato tríptico, además de 30 fotografías realizadas en diferentes partes del mundo, el artista decidió incluir dos escenarios ponteses: “Una toma de gran formato del Lar” y “una casita del Poboado de As Veigas con la chimenea de fondo”.

“Hace años recorrimos varios países del este europeo para realizar un proyecto de estudio urbanístico que se llamó Plattenbauten. Esta primera experiencia fue derivando en otra serie de trabajos. Para uno de ellos caminé toda Alemania en busca de las arqueologías industriales más significativas”, explica Panete, al tiempo que añade que fue en ese momento en el que se percató que As Pontes “contenía todo aquello que de manera inconsciente me había llevado a desplazarme por todo el continente”.

Regresó y volvió a revisar de nuevo ese primer paisaje que tanto le había condicionado. “En una de las fachadas de la que, durante mi infancia fue mi casa, había un gran ventanal cuya vista era un depósito de agua de la depuradora del Riego del Molino; en la fachada opuesta tres grandes ventanales enmarcaban una vista sobre toda la central térmica, incluyendo el parque de carbones. En mi camino al colegio pasaba al lado de otra torre de agua, en el Poboado de As Veigas”, va recordando Panete, mientras confirma que “esa negrura de la mina, esa tremenda herida, me ha marcado profundamente y siempre me ha parecido terriblemente bella”.

Y es esa visión, la que le permite al autor definir Arquitecturas Negras como “una serie que lleva el color del luto, en la que sin melancolía ni romanticismo pretendo una serenidad aquí donde hay una herida”, dice, al tiempo que identifica una de las peculiaridades más notables de la muestra, y que de nuevo hacen referencia a la localidad donde se crió.

“Es curioso que toda la exposición está realizada bajo el nacimiento y la muerte de la luz, salvo las dos fotos de As Pontes, que fueron bajo una luz dura de la tarde”, indica Panete, quien confirma que “la arquitectura del Lar siempre me ha maravillado: para resolverla decidí eliminar ese añadido en la cubierta y dejar brillar el blanco en la luz de esa hermosa tarde pontesa”.

Este es solo uno de los múltiples trabajos y proyectos en los que está inmerso este artista de nómada comportamiento, que está en continua actividad, recorriendo sin parar mil y un destinos. “He podido vivir en Alemania, Italia, también en Zagreb. Tengo un vínculo muy sentido con Tirana, Belgrado o Sarajevo…”, enumera el joven, quien define su trabajo “como una suma constante de incertidumbres”.

“No es tanto una actividad de un determinado intervalo diario, sino una forma de vida, un habitar nómada. Exige saber adaptarse a las inseguridades económicas y requiere de mucho tesón para gestionar adecuadamente los ritmos, las exigencias y los momentos en los que un proyecto, por mucho que te guste, no da más de sí y hay que apartarlo y dejarlo morir”, dice el artista.

FUTURO. El futuro se presenta cargado de proyectos para Panete, quien asegura que “duermo y me despierto con la palabra hacer”. Y eso es lo que quiere y en lo que se empeña, en seguir haciendo, creando, trabajando, sin parar de caminar, manteniéndose “intensamente vivo en el conocimiento y la experiencia”.

Para conseguirlo, el artista tiene intención de centrarse en dos trabajos en los Balcanes. “Uno se titula Europa e incorpora las realidades migratorias, y otro trata el paisaje del posconflicto en los países de la ex Yugoslavia”, explica un joven que suele desarrollar varios proyectos al mismo tiempo.

Tanto es así, que también tiene pendiente regresar a Polonia para continuar con una serie fotográfica que inició en el barrio de Praga, en Varsovia. “Lo siguiente que me apremia es un proyecto nuevo que quiero comenzar en Marruecos, cruzar durante un mes el país y pasar unos días en el Atlas para terminar en el desierto, y continuar en Rusia, Mongolia, China e Irán”, dice Rubén, al que le gustaría poder algún día escribir poesía en alemán “sin que el esfuerzo me interrumpa el ritmo”, y que tampoco descarta continuar investigando paisajes sonoros, o retirarse por un tiempo a Albania y Grecia a escribir o aprender persa.

Y además, tiene intención de regresar a As Pontes, ese pueblo minero que le ha marcado de una manera especial profesional y personalmente. “Espero poder desarrollar este año algo relacionado con los lugares y vestigios de la arqueología industrial, lo que me permitirá acudir con algo más de frecuencia”, confirma, mientras enumera un sinfín de proyectos más que sobrevuelan su inquieta cabeza.

“Con el tiempo también pretendo lograr un espacio en el que mostrar, comisariar, e incluso adquirir obras de artistas que me interesen. Quiero seguir adentrándome en lo desconocido y disfrutar”, confirma una persona a la que el aprendizaje le motiva para seguir creando y creciendo día a día.

Fuente El Progreso

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