El tratamiento en el río Eume frena los síntomas, pero no la enfermedad

El aporte de calcio para rebajar la acidez de las aguas es insostenible a largo plazo, pero deberá mantenerse hasta que se sellen los taludes de la autovía AG-64.
[La Voz de Galicia, por Rocío Pita Parada] El río Eume es un paciente en vías de recuperación. Sus aguas comienzan a tolerar el tratamiento aplicado y los síntomas de contaminación disminuyen conforme aumenta el aporte de hidróxido de calcio, la medicina aplicada por Sogarisa ante el diagnóstico de su elevada acidez.


La empresa de tratamiento de residuos contratada por la Xunta para neutralizar los niveles de pH asegura que lo ha conseguido en los cuatro meses que lleva actuando en tres zonas concretas del concello de As Pontes. En este municipio se halla el origen de la contaminación que el año pasado provocó la muerte de centenares de reos y que este ha desatado de nuevo la alarma entre los pescadores al detectar río abajo mediciones de pH muy por debajo de lo normal.
Sogarisa reconoce que su actuación plantea medidas correctivas que atacan los síntomas, pero no la raíz del problema. Para su director industrial, Ramón Blanco López, el proyecto diseñado y aplicado por su empresa es una solución temporal a corto plazo, pero insostenible ambiental y económicamente en el tiempo. «Si no se ejecuta el sellado de los taludes de la autovía [el foco principal de la contaminación] habría que mantenerlo de forma crónica, y eso no es viable», aseguró.
No solo el río Eume, sino también Sogarisa está a la espera de que la Xunta dé nuevos pasos. El contrato de montaje y puesta en marcha del sistema para controlar la acidez expirará en unas semanas. A partir de ahí, el Gobierno autónomo deberá decidir quién se hace cargo de su ejecución hasta que se habilite la solución definitiva, algo que la Administración todavía no ha confirmado. Tampoco cuándo se realizará la actuación ni qué fondos se destinarán a ello.
Ramón Blanco echa un capote a la Xunta y defiende que «aquí nadie se ha quedado con los brazos cruzados». «Se ha hecho lo técnicamente factible», añade, recordando que el sellado de los taludes requiere que haga buen tiempo. Por el momento, la Xunta ha destinado más de seis millones de euros a un problema todavía por solucionar, responsabilidad que recae en la Consellería de Política Territorial, Obras Públicas e Transportes.
Las obras de la autovía Ferrol-Vilalba expusieron al aire las rocas piríticas que de forma natural se mantienen sin contacto con la atmósfera. Se produjo así la reacción conocida como drenaje ácido, que genera ácido sulfúrico e hidróxido de hierro -que aporta el característico color rojizo a las aguas-, que las escorrentías de las obras arrastraron hasta los pequeños cauces fluviales de la zona, que desembocan en el río Eume.
Cuatro focos de contaminación
Ahora se intenta actuar sobre los cuatro focos generadores de estas aguas ácidas. En un tratamiento que Sogarisa califica de «innovador» y «único en el mundo», por ser el primero en el que se actúa directamente sobre un cauce vivo, se han construido cinco plantas de tratamiento físico-químico: una a cada lado de la autovía, en las trincheras; otra en la escombrera de Os Airíos -el lugar de acopio del material sobrante de la obra-, para tratar el Rego do Lavadoiro, que la circunda; y una cuarta donde este cauce se une al Chamoselo, afluente del Eume y principal inyector de acidez. La quinta y última está ya instalada en el polígono industrial de Os Airíos, donde se realizó un relleno con el material de la obra, que se encuentra a la espera de que Augas de Galicia y el Concello autoricen su funcionamiento. En estas plantas se recoge el agua que entra con un pH inferior incluso a 3 unidades y sale a entre 6,5 y 8,5 para conseguir que el agua procesada se sitúe entre los niveles correctos. «El pH ideal es el nivel histórico del río, en el caso del Eume, entre 6 y 6,5», aseguraba el lunes el director industrial de Sogarisa, Ramón Blanco López, mientras mostraba las instalaciones. Una veintena de medidores conectados en red en tiempo real confirmaban sus palabras: 6,5 de pH en el Eume, tras su confluencia con el Chamoselo.
Pescadores y ecologistas esgrimían hace dos semanas mediciones de 5,3 río abajo, ya en Pontedeume, que Sogarisa no desautoriza. Busca la explicación en que aguas ácidas anteriores a la aplicación del tratamiento se acumulan aún en el embalse de A Capela -con una capacidad de 120 hectómetros cúbicos- y se estima en cuatro meses el tiempo necesario para que desalojen. La intervención ambiental se inició en diciembre, por lo que de ser correcta esta hipótesis, este mes ya no deberían repetirse esos niveles.

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