Con aguas a 22 grados y calidad excelente según Sanidade, el lago de As Pontes se ha convertido en un fenómeno turístico. Pero tiene sólo seis años de antigüedad. Bajo su plácida superficie y dos islotes, se oculta la mayor mina a cielo abierto que vio España. Con semejante historia de transformación verde, As Pontes ejemplifica el proceso de descarbonización. Con el trasvase de aguas del río Eume y sus afluentes, el yacimiento de lignito pardo se ha convertido en el mayor lago artificial de Europa. Y la escombrera que antes almacenaba restos mineros ahora prolonga las Fragas do Eume, en un bosque habitado por corzos, zorros y conejos. Ya antes del agotamiento del yacimiento y de alimentar su central sólo con carbón importado, Endesa inició su premiada restauración.
Primero, la escombrera se transformó en bosque autóctono. Las apiladoras abandonadas de la mina sirvieron de nidos para cernícalos, estorninos negros y colirrojos. Los lodos orgánicos, con restos de fabricación de elementos cárnicos para la restauración, atrajeron a otras especies. Y después se creó el lago, que funciona como imán turístico y deportivo. La navegación sin motor se ha integrado en este paisaje, con la playa repleta de bañistas. El 17 de junio se celebró el V Ironman: único al norte de España. Y para el 7 de julio se programó el Samurai Xtreme Race: desafío de obstáculos extremos, con carrera de 9 kilómetros en torno al lago y 100 participantes en ocho horas.
Al viajero que cruzaba antes As Pontes le impresionaban las chimeneas de la central térmica, alzadas en 1976 y cuya nube llegaba hasta Inglaterra. A los pies de la villa se extendía la mina de 865 hectáreas, descubierta en 1790 por José Cornide, explotada por la empresa Calvo Sotelo desde la década de 1940 hasta los 70, y treinta años por Endesa hasta 2007. Pero ahora las miradas se desvían hacia un lago con 547 hectómetros cúbicos de agua.
Ocupa más superficie que la ciudad de A Coruña. Y se ha convertido en el más emblemático de los proyectos de regeneración de espacios mineros de Endesa. Tiene un perímetro de 18 kilómetros. Y se invirtieron 35 millones de euros en “la mayor restauración ambiental de España”.
Biodiversidad. Tan ambicioso proyecto incluye otra reconversión menos conocida: la de la escombrera en bosque autóctono. Junto con el lago constituye el espacio de más biodiversidad en Galicia, según aseguró Endesa durante la inauguración de este nuevo horizonte verdiazul en 2012. Ya en 2011, sobre las 1.200 hectáreas de esa escombrera empezaban a volar los cernícalos patirrojos como anunciaban los investigadores de la USC. En el antaño depósito de 700 millones de metros cúbicos de material estéril se plantaron más de 600.000 árboles y se instalaron 180 especies de vertebrados a través de una colonización espontánea. Muchas de ellas llegaron desde las vecinas Fragas do Eume: lobos, zorros, conejos, corzos, nutrias, chotacabras…
El libro Los habitantes de la escombrera (editado por Endesa y escrito por Felipe Bárcena, Laura Lagos y Aníbal Gil), relata que “todas las especies animales vertebradas e invertebradas han colonizado este espacio mayoritariamente de forma natural, aunque algunas pudieron entrar en camiones de tierra o piedra durante la restauración”.
Fuente El Correo Gallego