Pese a las dificultades por las que atraviesa actualmente, representa la cara más amable de la situación de las centrales térmicas gallegas. Hace tres años que Endesa decidió invertir 217 millones de euros para adecuar el funcionamiento de la planta de As Pontes a los requisitos ambientales que marca la Unión Europea, recortando de forma drástica sus emisiones contaminantes a la atmósfera y garantizando otros 25 años de vida útil. Mientras, Naturgy optó por permitir que su central de Meirama funcionase hasta el 2020 y, a partir de ahí, operase solo las horas estipuladas en el ámbito comunitario antes de bajar la persiana definitivamente.
A finales del 2017 comenzaron las obras de transformación de la térmica pontesa, que no solo han superado ya el ecuador de su ejecución, sino que han alcanzado ya el 65 %.
Nadie en el sector esconde que si las circunstancias del mercado -que nadie preveía hace un año-, que han empujado a la paralización de la actividad en la térmica, se hubieran producido antes, las posibilidades de que Endesa hubiese optado por acometer la modernización de las instalaciones serían ínfimas. Pero, afortunadamente, no ha sido así, despejando la viabilidad de la central, que según el propio Gobierno tiene su funcionamiento asegurado, tanto a corto como a medio plazo.
Para reducir al máximo el óxido de nitrógeno y el dióxido de azufre, Endesa se dota en As Pontes de sendas plantas, una desnitrificadora y otra desulfuradora. En el proyecto de transformación de la central -la mayor reforma de su historia- participan cuatro subcontratistas principales y, dependiendo de la fase de las tareas, entre 50 y 80 firmas subcontratistas.
Las previsiones que maneja Endesa apuntan a que en el segundo semestre del próximo año todas las nuevas instalaciones estarán plenamente operativas.
Entonces no solo se habrá cambiado la fisionomía de una de las mayores centrales térmicas del país, sino también el acceso a la villa minera, que contará con una carretera nueva al resultar la antigua afectada por las obras.
Los trabajos de transformación han alcanzado ya el 65 % de lo programado
Fuente La Voz de Galicia