Borja Prado deja la presidencia de Endesa con un finiquito de 13 millones

El empresario y el consejero delegado de Enel, Francesco Starace, han pactado su salida tras 10 años en el cargo y con una liquidación millonaria por contrato

La etapa de Borja Prado al frente de Endesa ha llegado a su fin. Tras 10 años en el cargo y pendiente de matices, el empresario español ha acordado con Francesco Starace, consejero delegado de Enel, dejar la presidencia de la eléctrica española. Las negociaciones se cerraron a finales de la semana pasada ante el vencimiento, el próximo mes de abril, como primer ejecutivo de la compañía energética con sede en Madrid y controlada por la empresa pública italiana.

De esta forma, la especulación sobre el futuro de Borja Prado se acaba después de una última etapa convulsa en las relaciones con su homólogo de Enel, que le fue quitando atribuciones ejecutivas en favor de José Bogas,consejero delegado de Endesa. La estrategia de Roma de impedir que Endesa pudiera llevar a cabo operaciones de adquisiciones fuera de la península Ibérica y la imposición de una agresiva política de dividendos en favor de Italia, en detrimento de las inversiones en España, han tensado la diplomacia que mantuvieron hasta hace un par de años.

Prado fue nombrado presidente de Endesa en marzo de 2009 una vez que Enel tomó el control de la que había sido la primera empresa eléctrica española. El grupo italiano había pagado 42.000 millones de euros por el 92% de la compañía que fue privatizada por el Gobierno del PSOE y del Partido Popular en la década de los noventa. Su llegada se produjo después de que Acciona, que había participado en la opa sobre Endesa, vendiese a Enel su 25% por 11.000 millones de euros en febrero de 2009.

Tras su desembarco, Prado compartió la gestión con Rafael Miranda, un histórico de Endesa de toda la vida, con Andrea Brentan, que salió en 2015 con una indemnización de 11 millones, y con José Bogas. Pero su mandato ha estado marcado por dos hombres: Fulvio Conti y Francesco Starace. Con el primero mantuvo una relación muy fluida, lo que facilitó la reordenación de los negocios de la española en Latinoamérica. Además, llevó a cabo la oferta pública de venta (OPV) sobre el 22% del capital para darle liquidez al valor, colocación que hicieron a finales de 2014, a 13,5 euros por acción, y repartió un dividendo extraordinario de 14.600 millones, el mayor de la historia de España.

Con el segundo, que tomó las riendas de Enel a partir de mayo 2014 tras el cambio de Gobierno en Roma, la conexión ha sido más fría, debido a que Endesa se convirtió principalmente en fuente de dividendos para la italiana. De hecho, la española pasó a distribuir el 100% de sus beneficios en forma de dividendos a sus accionistas, siendo Enel el más beneficiado, al mantener el 70% del capital. El grupo italiano ha llegado a ingresar 6.000 millones cada tres años al imponer el reparto de la totalidad de los resultados y frenar el crecimiento vía adquisiciones.

Aunque Starace aprobó su renovación como presidente en la junta general de accionistas de 2015, lo cierto es que la relación siempre ha sido espesa. Especialmente cuando en el consejo de administración los representantes de Enel pidieron una auditoría sobre las relaciones de Endesa con empresas externas con las que Prado tenía alguna vinculación familiar. La cosa no fue a mayores porque el directivo italiano tambén contaba con vinculaciones paterno filiales con bancos de inversión americanos —su hijo trabajaba en JP Morgan— con los que, siguiendo estrictamente los criterios de buen gobierno corporativo, Enel tampoco hubiera podido trabajar.

El poder y la acción

Lo cierto es que aquel ‘affaire’ terminó por debilitar la confianza entre Prado y Starace, que pese a mantener siempre las formas, tenían puntos de vista distintos sobre la estrategia. Prueba de ello y ante el conocimiento de las diferencias, es que varios fondos de capital riesgo de tamaño mundial —CVC Capital Partners fue el más activo, junto a KKR— propusieron al presidente recuperar el control de Endesa mediante una opa y volver a hacerla crecer. Pero Roma se negó en redondo, ya que Endesa le servía de hucha para repagar la deuda del grupo e incluso financiar adquisiciones como la de la brasileña Electropaulo. Ante esta situación, Prado fue sondeado para otras alternativas, como la presidencia de Repsol y, el pasado año, la de Naturgy. Pero ninguna de estas oportunidades llegó a cuajar.

Por ello, poco a poco ha ido desvinculándose de Italia. Como publicó El Confidencial el pasado 8 de enero, el empresario dejó el consejo de Mediobanca, el principal banco de inversión del país vecino, muñidor de las principales operaciones corporativas de empresas transalpinas en España. La última, llevada personalmente por él, fue la toma de Abertis por parte de Atlantia y ACS, de su buen amigo Florentino Pérez, por 19.000 millones de euros.

Hombre muy político, con excelentes relaciones tanto con el Partido Popular —nombró asesor a Aznar— como con el PSOE —llevó a Pedro Solbes al consejo de Enel—, y los nacionalistas catalanes —MIquel Roca i Junyent ha sido uno de sus consejeros más fieles—, la inestabilidad parlamentaria en Italia y en España también le ha conducido a acordar su salida. Lo hará presentando los resultados de 2018 el próximo 26 de enero —hasta septiembre, ganó un 10% más— y con la acción a 21,30 euros, un 60,74% por encima de la OPV de 2014. A cambio, recibirá una compensación de 13 millones de euros tal y como tenía establecido en su contrato firmado por Enel.

Fuente El Confidencial

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