Endesa desvía el Eume para crear el lago artificial en la mina de As Pontes

[El País] Donde había un valle, hoy se alza una montaña vegetal amasada sobre cenizas y escombros. Donde estuvo la mayor explotación a cielo abierto de España, empieza a tomar forma un lago artificial del tamaño de A Coruña. Pocos municipios tienen en su haber una metamorfosis geológica tan singular como la localidad coruñesa de As Pontes, marcada por su potencial energético y por un yacimiento de carbón que se formó hace 29 millones de años. Endesa inició hace tres semanas la captación de agua del Eume a través de un canal de 3.335 metros, por el que fluyen 20 metros cúbicos por segundo, desviando una parte del caudal fluvial para inundar el hueco de la mina en cuatro años. Son los primeros miles de litros del proyecto diseñado por la eléctrica en 1995 y presupuestado en 35 millones de euros para reconvertir el yacimiento en un gigantesco lago de 865 hectáreas, cumpliendo así con la obligación de reparar los daños de tres décadas de explotación.


La sequía del otoño retrasó la previsión de iniciar el relleno en enero, días después del cierre de la explotación, el 31 de diciembre del 2007. Las intensas lluvias de abril y mayo minimizaron el retraso al cubrir el hueco impermeable de la cuenca, creando tres lagunas (con profundidades de 10, 47 y 70 metros) que se fundirán en un gran lago a finales del 2011 “en función de la meteorología”. Los expertos calculan que el lago está hoy al 5% de su capacidad total: 547 hectómetros cúbicos, que equivalen a 547.000 millones de litros de agua. Las dimensiones son descomunales: 5 kilómetros de largo por 2 de ancho, un perímetro de 18, y 200 metros de profundidad en algunas cotas (288, en la más honda). En la superficie cabrían 850 campos de fútbol.
La idea de reciclar una mina en lago no es nueva. Copia el modelo alemán para reconvertir yacimientos soviéticos en impensables focos de turismo y ocio. Aníbal Gil, ingeniero forestal de Endesa, reconoce que idear el proyecto fue una tarea “muy compleja” porque “no había una normativa específica anterior”. Apunta que la alta pluviometría de la zona hizo del lago la única solución ambiental. “El suelo es completamente impermeable, cada gota que cae, se queda. Se habría inundado en 20 años. Así será un proceso controlado” afirma.
La compañía tendrá que cerrar las compuertas al Eume al finalizar este mes y esperar a octubre. La Xunta ha impuesto a la eléctrica controles “muy estrictos” para mantener el caudal ecológico del río que riega las Fragas del Eume. Endesa calcula que empleará entre 80 y 90 hectómetros cúbicos de los 120 anuales autorizados por Augas de Galicia. Durante la extracción, la empresa desvió los cauces de media docena de ríos que atravesaban el yacimiento y bombeó agua a la depuradora por una red de 20 depósitos y 68 bombas que durante años evitaron que la mina se inundase. El proyecto rehabilitará el antiguo cauce del río Carracedo como afluente, aprovechará las aguas de escorrentía y la lluvia para facilitar el llenado.
Una capa de arcilla blanca extraída de la propia cuenca aísla las vetas minerales para evitar la acidificación del agua. Aníbal Gil asegura que en esta primera fase, dos de las tres charcas ya cumplen las “severas condiciones” de Medio Ambiente atendiendo a 22 parámetros -como el pH, aluminio, hierro, manganeso o los sulfatos- que suelen generar complicaciones. “Nos preocupaban las analíticas, pero estamos sorprendidos por la calidad de las aguas” señala un portavoz de la empresa. Cerca de 240 operarios de los 1.765 que empleaba la mina trabajan en la retirada de maquinaria pesada. Mientras, en la orilla noroeste toma forma la playa, con arenas finas extraídas de la excavación. Un talud perimetral a modo de escollera disipará las olas “de hasta dos metros” y frente al arenal se adivinan los islotes que servirán de refugio para las aves.
Grelos en la escombrera
En los últimos treinta años, Endesa ha moldeado la geología de la villa minera a su antojo para extraer 261 millones de toneladas de lignito pardo del subsuelo (y otras 697 de materiales áridos) que alimentaron las calderas de su central térmica de As Pontes para inyectar 190.000 gigavatios a la red eléctrica estatal. Millones de toneladas de azufre y dióxido de carbono expirados a diario por su inmensa chimenea (356 metros) colocaron el nombre de la localidad en los primeros puestos del mapa negro de la contaminación europea como primer productor eléctrico nacional.
La ley obliga a Endesa a regenerar el hueco de la mina, del mismo modo que exigió la transformación de los suelos estériles de la extracción en una escombrera sorprendentemente verde y salpicada de charcas en sus 1.150 hectáreas asentadas sobre 720 millones de metros cúbicos de residuos que ahora pueblan corzos, nutrias y otras 170 especies de vertebrados, documentados por la Universidad de Santiago en el libro Los habitantes de la escombrera. La regeneración de este espacio concluyó en 2007. Se plantaron 600.000 árboles autóctonos, y la naturaleza hizo el resto colonizando a inusual velocidad este vergel prefabricado donde ahora se realizan cultivos experimentales de grelos y fresas.

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