Regatas en la vieja mina de As Pontes

[El País] Al lago de As Pontes le faltan cinco metros de nivel de agua para convertirse en la mayor laguna artificial de España sobre el hueco de una vieja mina de lignito. Con otros 40 millones de metros cúbicos de agua dulce, Endesa habrá completado un ambicioso proyecto de regeneración ambiental para inundar el yacimiento y reconvertirlo en un lago de 8,7 kilómetros cuadrados, tan grande como el centro urbano de A Coruña.


Durante 31 años, la compañía extrajo 261 millones de toneladas de mineral
La ley obliga a Endesa a restituir el espacio que explotó durante tres décadas de extracción minera para alimentar las calderas de la gran central térmica de As Pontes (1.400 megavatios), que genera el 4% de la electricidad que consume el país.
La antigua mina es ahora una vasta lámina de agua de color azul intenso con una playa artificial, dos islotes y unas dimensiones de impresión: 865 hectáreas de superficie, 18 kilómetros de perímetro y 206 metros de profundidad. Embalsará más de 547 millones de metros cúbicos de agua y será la segunda gran reserva acuífera de Galicia.
El director de Endesa para el noroeste, Francisco Aréchaga, señala que el lago roza “el 93% de su capacidad” tras una primavera muy seca y confía en completar el llenado “a finales de octubre o principios de noviembre”. Casi medio año antes de lo previsto.
Desde enero de 2008, el lago se nutre de agua del río Eume, a través de un canal de 3,3 kilómetros que se cierra en verano. Endesa esperará a las lluvias del otoño para reabrir el conducto y acabar de inundar la mina.
Cuando se complete esta ingente metamorfosis geológica, el lago pasará a manos de la Xunta de Galicia, que planea convertirlo en un polo turístico aprovechando el tirón de los deportes náuticos, para promover regatas, piragüismo o windsurf en sus cinco kilómetros de largo.
A los vecinos de este municipio del interior de A Coruña, que hasta 2009 ostentó el incómodo récord de ser el más contaminante de España, Endesa les ha puesto una playa artificial en forma de medialuna con 370 metros de arena lavada a pocos metros de casa y a la sombra de la central térmica que domina la economía de la zona. Los ingenieros calculan ahora que en el lago no faltarán en el futuro olas ni corrientes de aire y que la temperatura estival del agua rondará los 23 grados, muy por encima de los fríos 16 que suelen marcar las cercanas playas atlánticas.
Endesa comenzó a explotar el yacimiento de As Pontes en 1976. Durante 31 años, extrajo de las entrañas de la tierra 261 millones de toneladas de lignito pardo y otros 813 millones de metros cúbicos de residuos estériles. Fue a principios de los ochenta cuando se empezó a buscar una solución para regenerar esa montaña de escombros y rellenar el inmenso hueco de la explotación. Consultaron a una empresa germana y copiaron su modelo para reconvertir viejos yacimientos soviéticos, al este de Berlín, en lagos turísticos.
Cuenta Aréchaga, exdirector de la mina pontesa, que el macroproyecto comenzó a fraguarse en 1995 y ha consumido más de 35 millones de euros, miles de horas de cálculos y de estudios técnicos. “Inundar el hueco era la única solución viable”, asegura la dirección de la compañía. Por las características del suelo y la altísima pluviosidad de la zona, la mina se habría inundado de todos modos.
Cada año, Endesa realiza más de 2.000 analíticas para testar la calidad del agua según 22 parámetros distintos, como el pH, el hierro o los sulfatos, y ajustarse a las severas condiciones impuestas por el Gobierno gallego.
El plan de vigilancia dura una década. Pero por el lago ya pululan pequeños bancos de peces que se filtraron por las rendijas del canal del Eume y que empiezan a poblar la masa de agua adornada con dos islotes artificiales todavía sin nombre. Para el más grande suena Santa Bárbara, patrona de la minería.
Con el proyecto en la recta final, el Ayuntamiento participa en un certamen de la Unión Europea que premia la regeneración de espacios degradados.
El proyecto ha irritado a los ecologistas, que critican el “eterno expolio” de Endesa al Eume, una de las arterias fluviales de Galicia. Ríos con Vida denunció a la eléctrica por desecar un tramo de 3,4 kilómetros del río desde 1960. La fiscalía investiga si Endesa cometió un delito medioambiental.
De montaña basura a paraíso natural
Una hembra de cernícalo patirrojo se posó el mes pasado sobre la escombrera de Endesa en As Pontes, para asombro de los ornitólogos. Regresaba del verano africano en ruta hacia los bosques de Asia y Europa Oriental y, desorientada, acabó aterrizando en Galicia. Su presencia en estas latitudes es tan insólita que Endesa lo presentó como un logro más de su política ambiental. El exótico cernícalo se detuvo justo encima de una montaña de escombros estériles reconvertida en un vergel de 1.200 hectáreas al sur de la vieja mina pontesa, donde habitan 172 especies distintas de vertebrados, algunas de ellas singulares y protegidas, como el halcón peregrino.
A lo largo de tres décadas, de 1976 a 2007, Endesa fue apilando miles de toneladas de residuos sólidos inservibles que extrajo de la mina, hasta formar una gigantesca montaña artificial de 160 metros de altura que esconde en su interior 813 millones de metros cúbicos de arcillas, piedras y cenizas.
La restauración de la escombrera comenzó en 1985 y concluyó 22 años después. Se plantaron 600.000 árboles y 120.000 kilos de semillas sobre tres millones de metros cúbicos de tierra vegetal regada con abonos orgánicos y químicos. El resultado es “uno de los sitios de Galicia con mayor biodiversidad, ya que existen zonas boscosas, praderas, charcas y matorral”. De forma espontánea, cigüeñas, nutrias, visones, ciervos y lobos colonizaron la escombrera junto a otras 167 especies. De montaña de cenizas a paraíso ambiental.

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