‘Festa Rachada’ en A Fraga

[El Progreso] «Falárannos moito desta festa, pero a realidade sempre supera a ficción», dice estupefacto el cantante de la orquesta ‘Super T’ al presenciar desde el escenario a una muchedumbre enfervorecida que no paró ni un minuto de saltar en la sesión vermú de la romería, el momento cumbre de las Festas da Fraga de As Pontes.
La anarquía es la única norma en una fiesta que cada año atrae a más adeptos. Porque los que la prueban, repiten siempre, y cuando la estrenan, «flipan».


«Esto es mejor que los San Fermines. Estuvimos este año una semana, pero un día aquí es mejor que siete allí». Así de eufórico y convencido se muestra Alberto Fernández, un coruñés que pisó A Fraga este año por primera vez. «Aquí son todos unos salvajes… No tengo palabras», dice entre risas y silencios, puede que de la emoción o de los litros de alcohol que lleva en su cuerpo.
Y es que A Fraga, algo de salvaje, sí que tiene. Nada importa, excepto dormir poco. Y la sesión vermú, más. Saltar, beber, hablar, brindar, gritar, seguir saltando y bebiendo, con conocidos y desconocidos, echar ‘kalimotxo’ por los aires, duchar al vecino, vaciar cerveza sobre las cabezas de la gente y pelearse en el barro hasta volverse irreconocible… Para después, celebrar un baño multitudinario en el río y continuar la juerga. ¿El secreto? «Tener un buen fondo y mucho aguante».
«Aquí haces cosas que no deberías hacer y la gente no se lo toma a mal. Hay muy buen ambiente. Es increíble», afirma atónito Diego Freire, de Malpica, mientras relata decenas de aventuras que le ocurrieron en un sólo día.
La orquesta sigue tocando un popurrí de canciones, mientras A Fraga bota. Y, como es tradición, suena el ‘Miudiño’ mientras la gente se agacha para enloquecer luego gritando a coro: «Eu traio unha borracheira/ de viño, que auga non bebo».
«A nosotros nos hablaran mucho de esta fiesta y este año dejamos Santiago para venir a conocerla y, la verdad, merece la pena», asegura Luis Martínez, mientras destaca «el buen rollito» que se siente a cada paso y la «hospitalidad» de los habitantes de las 293 cabañas que se construyeron estos días en A Fraga.
«Yo me voy a empadronar aquí», apunta Rubén Quintela, de Sada. «Es la primera vez que vengo a A Fraga y es genial. Para el año, repito fijo», concluye sin pensárselo ni un momento.
Unos se empadronan, otros se sorprenden… Lo que está claro es que cada vez son más los que se acercan a As Pontes en estas fechas para unirse a la romería y no sólo de la comarca y los alrededores, como pasaba antes, sino de toda Galicia, de otros puntos de España e incluso del extranjero.
Para muestra, un botón. El italiano Giuliano de Marco estrenó este año A Fraga. «Empecé a trabajar en Lugo. Allí tenía amigos que venían y me animé». ¿La experiencia? «¡En Italia no hay fiestas como esta!», dice y ríe. «Sí, de liarla tanto tiempo y de hacer cabañas. Me lo estoy pasando muy bien», afirma uno de los visitantes más internacionales.
Y el grito de guerra suena desde el palco: «¡A Festa da Fraga, Festa Nacional!». Mientras miles de voces lo cantan al unísono. Para finalizar, otro himno, el gallego, un clásico de A Fraga, pone el punto final. «¡Ata outra!», dicen desde la orquesta. La sesión vermú acaba, pero no la fiesta. Este año ‘Los Kilomberos’ animaron la tarde y la orquesta de nuevo la noche.

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