Ignacio Echeverría, un chico «valiente, peleón y bueno»
Nacido en una familia religiosa, sus padres le enseñaron unos valores muy fuertes. Su gesto del sábado lo demostró.
Probablemente Ignacio no supiera, cuando se bajó de la bicicleta el sábado para golpear con su monopatín a un hombre que estaba agrediendo a una mujer en plena calle, que ese gesto le iba a costar la vida. Seguramente desconocía que la persona a la que se enfrentó era un terrorista. Y menos aún podía imaginar el calvario que comenzaba para su familia y que finalizó ayer tras casi cuatro días de agonía con la confirmación del peor supuesto. «Ignacio no sobrevivió al momento del atentado», escribía su hermana Ana en las redes sociales. Lo hizo poco después de las cuatro de la tarde, y a punto de cumplirse la prórroga de las 24 horas solicitado por el Gobierno británico.
A la vez que ha confirmado el fatal desenlace, la familia agradeció de nuevo al conjunto de las autoridades españolas su implicación para acabar cuanto antes con su agonía. «Mi hermano Ignacio intentó parar a unos terroristas, y perdió su vida intentando salvar a otros. Igna, te queremos y nunca te olvidaremos», expresaba Isabel.
Pista de «skate» con su nombre
Los mensajes de la familia no fueron los únicos. En los muros de los perfiles de sus más allegados las dedicatorias y mensajes de cariño, que ya corrían desde el pasado sábado, se multiplicaban según fue avanzando la tarde. De amigos, de personas que lo habían tratado de cerca, bien en As Pontes, en Londres o en Madrid, donde pasó la mayor parte de su vida, pero la gran mayoría eran dedicatorias de anónimos que quisieron destacar la enorme valentía y generosidad del gallego.
Igna, como le llamaba su familia, ha sido bautizado para siempre como el héroe de Londres. Paradojas de la vida, en As Pontes -donde vivió hasta los 9 años mientras su padre Joaquín, ingeniero de Endesa, estaba desplazado en la central térmica- lo recordaban estos días con un patinete en la mano, la misma y última escena que recuerda Guillermo, el joven con el que regresaba de patinar el pasado sábado, y a quien ayer sus hermanos no dejaron de dar las gracias.
En 1986, los siete miembros de la familia regresaron a Madrid, a Las Rozas, donde se encuentra la residencia familiar. Precisamente, el Ayuntamiento de la localidad madrileña le concederá la Medalla de Honor y pondrá su nombre a una pista de skate.
En la capital de España realizó todos sus estudios, incluso los universitarios, ya que cursó Derecho en la Universidad Complutense, a excepción de un año que estuvo en Francia de intercambio. De nuevo en casa, comenzó su andadura profesional. Trabajó en banca y en varios despachos de abogados. Los que conocieron a este abogado de finanzas, especializado en investigar el blanqueo de capitales, dicen que era un «chico tranquilo, deportista y muy estudioso».
Tenía fuertes convicciones y con el terrorismo le hervía la sangre. Sinsentidos de la vida, el sábado su vida se apagó cuando los yihadistas se cruzaron en su camino.
Hace poco más de un año (en febrero del 2016) que se había mudado a Londres, ciudad en la que ya residían su hermana Isabel y su cuñado Fernando, para aprovechar una oportunidad laboral ya que poco antes se había quedado en el paro. El tiempo que le dejaba su puesto de trabajo en el HSBC aprovechaba para quedar con sus amigos y hacer vida con la famila. Con Guillermo y Javier solía ir a patinar.
El primero de los homenajes
Nacido en el seno de una familia religiosa, era el tercero de cinco hermanos. Una de ellas, Ana, lo definía ayer como alguien «valiente, peleón y bueno». Por todo ello, los homenajes al gallego comenzarán en las próximas horas. Los primeros, que seguro que no los únicos, serán hoy en Las Rozas y el sábado en As Pontes, su localidad natal, donde han convocado una concentración en la plaza del Carmen a las doce del mediodía.
Sus padres siempre les enseñaron unos valores muy fuertes que quedaron al descubierto el sábado cuando arriesgó su vida por intentar defender a un extraño. Un héroe.
Fuente La Voz de Galicia