La inspiración franquista de Zapatero

[La Voz de Galicia, por Lois Blanco] Es probable que en la desabrida tarde de ayer encendiera la calefacción de su casa por vez primera después del verano. La lluvia y el viento nos recordaron cómo suele ser octubre en Galicia: gris, frío y lluvioso. Triste desde los primeros días; oscuro como noviembre cuando se cambie la hora y a media tarde sea de noche.
Si su sistema de calefacción no es comunitario, habrá tenido que ir a la caldera para que los radiadores comiencen a radiar calor. Hay un sinfín de probabilidades de que la máquina que le da calor sea una Junkers, una Buderus, una Saunier, quizá una Vaillant… Como el resto de los aparatos y artilugios tecnológicos que hay en los hogares, proceden del extranjero. Una mirada alrededor de su cocina le confirmará que la nevera es alemana, que el televisor es japonés, que la cafetera la hicieron en Taiwán, que el reloj ya ni se sabe y que el pocillo lo hizo un chino, aunque no tenga nada de porcelana china.


También importamos el carbón. Cuando las minas que daban de comer a las chimeneas de Meirama y As Pontes se agotaron, la integración en la Unión Europea permitió a las dos plantas aumentar su eficiencia y reducir las emisiones contaminantes utilizando carbón importado. En los puertos de Ferrol y A Coruña comenzó un ajetreo de camiones y de barcos alrededor de la importación del carbón que ha dado trabajo hasta hoy a cientos de personas.
Prorrogar la agonía
Algunas de ellas han pasado el fin de semana encerradas en un acto de rebeldía contra el decreto del carbón que el viernes aprobó el Gobierno del leonés Rodríguez Zapatero. Unos cuantos párrafos publicados en el Boletín Oficial del Estado amenazan con atascar las chimeneas de As Pontes y Meirama, provocando en la provincia de A Coruña una destrucción masiva de empleo directo e indirecto.
El decreto subvenciona el consumo de carbón nacional para prorrogar un poco más la agonía de las improductivas minas españolas, sean las de Asturias, Teruel o las de la tierra de Zapatero: León. A las térmicas que utilizan combustible importado, caso de las gallegas, se les limita su capacidad productiva. Como la Unión Europea tumbaría el decreto si plantease la subvención directa a la minería, el ministro de Industria empezó a jugar con porcentajes de producción, reparto por sistemas de generación y falsos argumentos ecológicos para garantizar que se queme carbón español, el cual desde el siglo pasado está condenado a quedar enterrado porque es más caro, más contaminante y de peor calidad; no tiene cabida en la economía moderna. Ministro, los tiempos de la autarquía franquista son pasado.
Con unos cuantos párrafos enrevesados, el Gobierno de Zapatero le ha facilitado a la Unión Europea permitir que se cuele una subvención a un sector condenado a desaparecer y que altera las reglas del libre mercado, con unas consecuencias nefastas, sobre todo, para Galicia. Se trata de esa misma UE que prohíbe construir barcos en Astano y que provoca la estupidez de tener cerrado con candados uno de los mejores diques de reparación y construcción de buques de Europa. Se trata de esa misma UE que prohíbe cualquier tipo de ayuda a los productores de leche para no alterar el libre mercado. ¡Vaya pantomima! Es esa UE que, justamente, nació en 1951 con el nombre de Comunidad Europea del Carbón y del Acero. Sin embargo, ha dejado que Zapatero se la meta doblada.
Pero Zapatero no da puntada sin hilo: en Asturias, en Castilla-León o en Aragón dentro de unos meses habrá elecciones municipales, pero también autonómicas. El beneficio electoral para el PSOE de prolongar la agonía de la minería es mayor que los perjuicios que pueda suponerle a los socialistas en Galicia. La Xunta de Feijoo ya ha anunciado su enésima querella contra Zapatero, mientras el BNG olvida la autarquía y reivindica el carbón importado.
Esta historia también va de votos y del cortoplacismo de un Gobierno sin norte, incompetente o simplemente mentiroso, a tenor de como la vicepresidenta De la Vega enfatizó el viernes que el decreto no tendría ningún perjuicio para las dos centrales térmicas gallegas. Tal cual estuviese diciendo que dos más dos son cuatro. Subvencionar minas improductivas e importar calderas alemanas. Luego, claro, hay que subir la luz para pagar las decisiones franquistas de Zapatero.

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