La nueva Ence nacerá con una dudosa rentabilidad por costes y competencia
[La Voz de Galicia] Las diferencias que mantienen los potenciales accionistas de la nueva Ence -algunas fuentes citan a Manuel Jove, Epifanio Campo y Jacinto Rey- por tener el control de la sociedad no es de extrañar si se tiene en cuenta la limitada rentabilidad con la que nacería la planta. En el mejor de los emplazamientos que se manejan (la zona de As Pontes, según los estudios elaborados), su rentabilidad es relativamente reducida, por cuanto se situaría en el entorno del 8%, mientras que si el proyecto se ejecutase en América Latina, Indonesia o África ese porcentaje prácticamente se multiplicaría por dos. La debilidad del dólar (moneda en la que se realizan los ingresos por ventas) y los costes de la madera y del transporte son factores que también pesan en contra. Los expertos calculan que producir una tonelada de pasta en las mejores fábricas de la Península podría ser un 72% más caro que hacerlo en Sudamérica.
La rentabilidad estimada (9%) estaría condicionada, además, a que el proyecto cierre el ciclo productivo. Es decir, que la nueva instalación tenga una pastera, que produciría en torno a 500.000 toneladas -este año la compañía quiere alcanzar las 420.000 toneladas-, y una papelera. De lo contrario, el proyecto sería prácticamente inasumible desde el punto de vista económico por parte de cualquier grupo empresarial, según indican distintas fuentes del sector. Tal es así, que el actual propietario de Ence, Juan Luis Arregui, ni tan siquiera se planteaba seguir en Galicia después del 2018 (fecha en la que acaba la concesión para que Ence siga en la ría de Pontevedra), por lo que ha comenzado a trasladar actividad e inversiones a la factoría asturiana de Navia, que sería la gran beneficiada de la clausura de la planta pontevedresa, al igual que el puerto de El Musel.
Sin embargo, fuentes políticas consultadas -e interesadas en que el traslado y el cierre del ciclo se lleve a cabo por cuanto es un compromiso electoral- no están de acuerdo con esta visión. Consideran que Arregui sería el socio estratégico e imprescindible en el nuevo proyecto de traslado y construcción de una nueva planta industrial. Un proyecto, argumentan, que a él mismo le interesaría si su objetivo es darle valor a Ence y que sus accionistas lo premien en Bolsa.
La inversión que los empresarios están manejando es de 500 millones de euros, pero es probable que en esta cantidad no se incluyan el precio de los terrenos, los aranceles, el coste de las licencias, etcétera. Fuentes conocedoras del mercado calculan que la inversión podría rondar los 800 millones de euros, incluida la papelera.
¿Un sitio idóneo?
Estudios sobre cuál sería el sitio idóneo para poner en marcha la celulosa revelan que la orografía de Galicia dificulta la instalación de una planta de celulosa, que necesitaría una extensión mínima de entre 100 y 150 hectáreas. Una geografía con demasiado relieve montañoso, núcleos de población cercanos, carreteras intransitables y parajes naturales protegidos son los principales impedimentos con los que el proyecto se encuentra en territorio gallego. El cierre de la mina de As Pontes posibilitaría el acceso a un terreno explanado, que permitiría a los inversores no afrontar los costes de movimientos de tierras. Pero hay más factores en contra.
Los principales ríos de la comunidad no tienen el caudal necesario para que una papelera funcione con normalidad. Si se instalase en As Pontes es probable que, por la contestación social, la nueva industria no pudiese coger agua del Eume, ni tampoco -por los mismos motivos-echar sus efluentes al río. La solución a este problema sería utilizar la presa de la central térmica -lo que puede ser altamente problemático si es que la central térmica aumenta su capacidad- y realizar una macrotubería que permitiese llevar desde la central los efluvios hasta el océano, lo que supondría la construcción de un emisario que podría situarse en torno a los 35 kilómetros de longitud.
Los posibles impulsores del proyecto también evalúan en este momento el incremento del coste de transporte de la madera. Se encarecería, sin ninguna duda, por cuanto en torno a un 30% de la materia prima se trae de Portugal. Arregui, por su parte, estaría preocupado por la interferencia que una planta ubicada en esta zona podría ocasionar a la planta asturiana de Navia, por la que realmente él parece apostar.