Reparto de tareas entre presbíteros y voluntarios: de la catequesis a la atención dominical en los templos

[La Voz de Galicia] En As Pontes, tradicionalmente la comitiva fúnebre acompañaba caminando al difunto desde el tanatorio al cementerio. La costumbre ha cambiado desde enero: «Explicouse que non era posible. O que queira que a comitiva vaia caminando pode optar por iso. Pero o cura non irá ao cemiterio». Y lo dice el cura, que, sobre ese asunto, tiene toda la autoridad.


Lo que ha ocurrido, sencillamente, es que los dos jóvenes curas que atienden las diez parroquias de As Pontes y su entorno no disponen de tiempo material para dedicar media tarde a un entierro. Y este año han cambiado algunas normas. Por ejemplo, las misas de aniversario se dicen dos veces al mes. Ni más ni menos. «Se non tomamos estas medidas, non faríamos outra cousa».
Las parroquias de As Pontes están gestionadas por la que probablemente es la unidad pastoral más veterana de Galicia. Se fundó en 1984; claro que, desde entonces hasta ahora, las cosas han cambiado sustancialmente.
Cada martes se reúne un grupo formado por dos sacerdotes, cuatro o cinco monjas de la Compañía de María y dos o tres seglares para planificar la actividad semanal en las parroquias: las actividades, las cuentas, las celebraciones. La unidad tiene perfectamente estructurado y repartido el calendario de iglesias y celebraciones. En algunas hay misas cada quince días. En otras, una vez al mes. Al fin y al cabo, no solo merma el censo de curas, también el de feligreses, y no todas las iglesias requieren la misma atención.
La unidad está coordinada por Juanjo, un sacerdote de 35 años que lleva unos meses en la unidad, tiempo suficiente como para poner en marcha una reestructuración de servicios que en algunas parroquias se entiende mejor que en otras. El otro sacerdote aún es más joven; Pepe tiene 28 años y presume de su parroquia natal, Arante, en Ribadeo, gran cantera de sacerdotes, al parecer. «Os curas podemos celebrar tres misas ao día -explica Juanjo-, aínda que, dadas as circunstancias, podemos facer ata catro. O resto son celebracións da palabra». Estas ceremonias son las que dirigen las religiosas de la unidad, como Rita, quien aún recuerda entre risas a un parroquiano que presumía de haber visto lo que nadie, «unha muller misando», cuando comenzaron las celebraciones dominicales de la palabra en algunas parroquias.
Pepe, el joven sacerdote, insiste en que la vida de la parroquia «é moito máis que as celebracións e na situación á que chegamos conflúen dúas circunstancias: non hai sacerdotes para todas as parroquias e estas téñense que entender como comunidades; e toda a comunidade debe colaborar no seu desenvolvemento».
Ninguno de los dos sacerdotes cree que su edad tenga que ver con la dinamización de la unidad pastoral: «Non é unha cuestión de idade, senón de mentalidade». No le falta razón. Alrededor de la mesa, todos los colaboradores excepto ellos dos están jubilados. Pero en el equipo que dirigen está el futuro de la iglesia.

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