Arduino, la tecnología para artistas es una revolución

Arduino es una plataforma de hardware libre, basada en una placa con un microcontrolador diseñada para facilitar el uso de la electrónica en proyectos multidisciplinares. No mide más que una tarjeta de crédito y su precio no supera los 60 euros. Bajo la mente del español David Cuartielles, uno de sus creadores, se ha convertido en una herramienta básica en la práctica artística hoy. Un éxito que no hace más que expandirse.


Durante los últimos quince años los artistas se han acercado a la tecnología digital de todas las maneras posibles: para explorar sus posibilidades estéticas inéditas y para subvertir los usos que sus diseñadores les dieron y hackearlas para sus propios fines. También para revelar las ideologías que se esconden tras sus interfaces y abrir la conversación sobre su función política. Pero en estos 15 años, ha pasado algo que es, como mínimo, igual de importante: los artistas decidieron asumir la responsabilidad de crear sus propias tecnologías.
Los lenguajes de programación informática y dispositivos electrónicos creados por artistas y para artistas ya no son una curiosidad. Se utilizan a diario en miles de escuelas de arte y diseño, y hacen funcionar proyectos en museos de todo el mundo. En disciplinas como la música electrónica, la robótica, las instalaciones que responden al usuario o incluso la danza, estas herramientas de software y hardware se cuentan ya por decenas. Las más populares, sin duda, son Processing y Arduino. Para Paula Antonelli, la influyente comisaria jefe del departamento de diseño del MoMA, Processing y Arduino suponen “las dos incorporaciones más importantes al repertorio del mundo del arte en los últimos 20 años”.
Detrás de una de ellas está el zaragozano David Cuartielles (1974), miembro del equipo de creadores del microcontrolador Arduino. El 4 y 5 de julio este ingeniero electrónico, que da clases en la universidad de Malmö (Suecia), será una de las voces participantes en el congreso internacional Open Design / Shared Creativity, un encuentro organizado por segundo año dentro del festival FADFEST de Barcelona, que empieza esta semana. El congreso explora el impacto que las prácticas abiertas y colaborativas de las comunidades online y la cultura libre está teniendo sobre el diseño contemporáneo. Y existen pocos exponentes más claros de este impacto que el proyecto Arduino, un dispositivo del que se han producido más de un millón de unidades oficiales y al menos otros tres más “no oficiales”, basadas en sus especificaciones.
Chips con potencia
Para entender por qué un Arduino es una herramienta poderosa es necesario entender qué es un microcontrolador. En esencia se trata del miniordenador que se encuentra dentro de innumerables electrodomésticos y dispositivos electrónicos -desde televisores y microondas a coches teledirigidos o frigoríficos-. Estos chips no tienen la potencia de un PC, pero pueden realizar muchas de sus funciones básicas, desde ejecutar programas sencillos a controlar dispositivos como motores, o sensores capaces de detectar la temperatura y el movimiento.
El proyecto nace en una ciudad del norte de Italia en 2005. Cuartielles coincide con otros ingenieros y diseñadores en el Instituto de Interacción de Ivrea, un centro académico de corta vida -sólo existió durante 4 años- pero que fue pionero en su manera de introducir a sus estudiantes en la programación de software y hardware. La inspiración era en buena medida el lenguaje de programación Processing, creado por otro profesor de Ivrea, Casey Reas.
Processing había resuelto un problema complejo: cómo permitir que artistas y diseñadores sin formación informática ni conocimiento de lenguajes avanzados pudiesen programar sus propios gráficos interactivos, y escapar de las limitaciones prescriptivas de programas como Flash. Aunque había algún intento previo, no existía un equivalente realmente efectivo y potente en el mundo del “hardware”. Cualquier creador que quisiese realizar un proyecto interactivo que requiriese un sistema de control digital sólo tenía dos opciones: o utilizar un ordenador completo, lo cual resultaba muy costoso y a veces inviable -un pequeño robot no puede cargar con todo un PC a cuestas, por ejemplo- o conseguir que un ingeniero electrónico especializado configurase un microcontrolador según sus necesidades. La solución es un microcontrolador muy barato de producir, aún más sencillo de programar, y ajustado tanto a las capacidades como las necesidades de los artistas y para los artistas. Junto a Cuartielles en el resto del equipo están el italiano Massimo Banzi, la cara más visible del proyecto, y el norteamericano Tom Igoe, referente de la disciplina de la “Computación Física”. Entre todos bautizan a su invención con el nombre del Rey Arduino de Ivrea, mandatario del siglo XI.
Una placa Arduino tiene el tamaño aproximado de un naipe o una tarjeta de crédito. Hay múltiples modelos, pero su coste medio oscila entre los 40 y 60 euros. Este precio extremadamente asequible que permite una gran capacidad de experimentación sin grandes inversiones ha sido un factor esencial para que haya sido adoptado en masa por compañías dedicadas al diseño de interacción, estudios de artista, universidades, escuelas y Medialabs. Hoy en cualquier festival de arte y tecnología o exposición de New Media sería más rápido contar los proyectos que no funcionan con Arduino que los que sí lo hacen. En el reciente Sónar de Barcelona, por ejemplo, las unidades se contaban por decenas. Ya sea para controlar robots que rastrean el movimiento del usuario, nuevos instrumentos musicales electrónicos o esculturas cinéticas que funcionan con servomotores, Arduino se ha convertido en una infraestructura básica para las prácticas artísticas de hoy. Su impacto no es menor que el de las famosas cámaras Portapak en los inicios del vídeo.
La clave del éxito
Un factor clave en el éxito de Arduino ha sido además, su carácter de proyecto de código abierto. No sólo el software de control es gratuito sino que las especificaciones técnicas de la placa Arduino están a disposición de todo el mundo. Cualquier empresa o ingeniero puede descargarlas de la Red, estudiarlas y emplearlas para producir un nuevo dispositivo, modificado según las necesidades concretas del proyecto. Esto ha convertido al microcontrolador de Cuartielles y compañía en todo un emblema del movimiento maker. El corazón de Las impresoras 3D Makerbot es también una placa Arduino.
Quizás el testimonio definitivo de la importancia de Arduino es que ya ha trascendido los límites del mundo del arte. Lo que comenzó como una modesta herramienta para educar a estudiantes de diseño y permitirles realizar prototipos con sencillez se utiliza también en la primera línea de la industria tecnológica, como Google, que ha lanzado proyectos basados en él. Su logo -el signo del infinito que contiene en su interior un signo positivo y otro negativo- es tan omnipresente que se puede encontrar hasta en el experimento científico más caro y tecnológicamente sofisticado de la historia, el acelerador de partículas LHC del CERN. No está mal para lo que algunos pensaron que era poco más que un juguete.
Fuente ElCultural.es

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