Amigus
As Pontes

La vida que crece en el lago pontés

El embalse artificial en la antigua mina es el hábitat ya de 158 especies de vertebrados y otras 152 vegetales

Fue una de las obras medioambientales de mayor envergadura del país y ahora el lago de As Pontes exhibe su capacidad para albergar centenares de especies vegetales y animales. El Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra hoy con diversos actos, pone el foco en un enclave en el que la crece la biodiversidad. Los análisis realizados por Endesa son contundentes. Ramón Valle, responsable de Medio Ambiente, cifra en 158 las especies de vertebrados que ya tienen su hábitat en la mayor laguna artificial del país, la mayoría de las cuales son aves. En cuanto a los peces, son tres las especies que tienen presencia en el embalse, y se trata de la boga, la trucha y el espinoso.

«Como hechos relevantes podemos citar la presencia de águila pescadora y el incremento de aves acuáticas con hábitos migratorios, invernantes o estivales, que utilizan el lago para reponer fuerzas a lo largo de sus rutas, permitiendo ver en la zona rarezas como el ánsar piquicorto, el morito común o la garcilla cangrejera», afirma Valle. En este sentido, añade que «de seguir con esta tendencia, Endesa no descarta que As Pontes llegue a figurar como uno de los puntos de referencia nacional para los observadores de este tipo de aves». El somormujo lavanco, cuya población va incrementándose con los años, y el milano negro, que retorna todos los años a su casa entre los pinos próximos al humedal.

Una flora diversa

También la flora se multiplica en el lago de As Pontes desde que Endesa comenzó el llenado de la antigua mina, para lo que utilizó tanto agua del Eume como de lluvia, siguiendo un modelo alemán. En estos momentos hay contabilizadas 152 especies vegetales, que son apreciables principalmente en los márgenes de la ribera, en donde ya se pueden apreciar alrededor de catorce plantas acuáticas y «un avance importante en el asentamiento de los primeros retoños de sauces, alisos y abedules», según subraya el responsable de medio ambiente de la mina de Endesa. Explica que en las áreas emergidas existen amplias zonas de pradera generadas en la primera etapa de la restauración que, en algunos casos, han evolucionado hacia pequeñas charcas estacionales o dispersas manchas de matorral que acaban solapándose con las áreas boscosas alejadas del agua, formando un hábitat diverso. Implica, además, «un nuevo escenario que supone un cambio paisajístico que va más allá de la inmensidad de la lámina del agua, que es lo primero que puede observar el visitante», afirma Ramón Valle.

Fuente La Voz de Galicia

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