Los municipios eluden fusiones y alzas de impuestos pese a la crisis

La Administración local gallega es la de menor presión fiscal – Un estudio revela que el 79% de los consistorios está en situación de asfixia económica
[ElPaís] “Se veía venir”. Xaquín Álvarez Corbacho tuerce el gesto. Lleva más de 20 años denunciando la deriva suicida de los ayuntamientos gallegos, ya como catedrático de Economía aplicada, ya como alcalde -lo fue de O Grove-, ya como miembro del Consello de Contas. Así que todas las llamadas de auxilio que ahora proliferan desde el ámbito municipal, con el impago de las nóminas de los funcionarios como amenaza inminente, le suenan a advertencia cumplida. Muchas causas convergen para explicar la asfixia que oprime a los alcaldes, “pero si hubiera que destacar una por encima de las demás, crisis incluida, el problema de los ayuntamientos gallegos se llamaría inhibición fiscal”. No en vano, Galicia es de largo la comunidad autónoma con la presión fiscal más baja de todo el Estado.


Carlos Fernández acude en defensa de los alcaldes con la vehemencia que le caracteriza. “¿Subir impuestos? Es muy fácil decirlo, pero la realidad es compleja. Y no parece el mejor momento para castigar así a los ciudadanos”, replica el presidente de la Federación Galega de Municipios e Provincias (Fegamp). “Lo que ocurre es que convergen muchas causas en la crisis económica de los ayuntamientos, así que ninguna medida por sí sola va a resolver el problema”, relata el también alcalde de Ames, del PSdeG.
En que no es el momento de armonizar la presión fiscal con la media del Estado hay consenso, pero los datos avalan la tesis de Álvarez Corbacho de que el municipalismo gallego se ha dejado llevar. A excepción de los siete grandes, cuyo comportamiento es homogéneo al del resto de España, el resto de los ayuntamientos está en precario a cuanto impuestos. Según la clasificación de Corbacho, durante siete años fiscalizador de las cuentas municipales en el Consello de Contas, hay tres grupos. Un 15% está normalizado respecto al resto del Estado y el 6%, en una situación aún corregible. Los demás, el 79%, viven una crisis “difícil o casi imposible de corregir”.
En 2006, la recaudación media por habitante en los ayuntamientos de entre 20.000 y 50.000 habitantes en España era de 465,8 euros. En Galicia, de 304, el 65,2%. La situación empeora a medida que desciende el tamaño de los municipios. En los de entre 10.000 y 20.000, el porcentaje se reduce al 61,4%, para bajar al 47,8% en los de entre 5.000 y 10.000, y al 44,8% en los menores de 5.000 habitantes. “Es un fenómeno que sólo ocurre en Galicia, no hay ninguna otra comunidad autónoma donde pase nada que se pueda comparar”, revela el catedrático de la Universidad de A Coruña.
Aunque ninguna de las dos principales medidas que se propugnan para defender las haciendas locales resolverá por sí sola la situación, no hay rastro en Galicia de ninguna de ellas. Se trata de la preconizada fusión de ayuntamientos y de la subida de impuestos. De la primera existe un llamamiento solemne del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y del conselleiro de Presidencia, Alfonso Rueda, animando a los municipios a unirse para hacer frente conjuntamente a los gastos y aliviar los problemas de tesorería. Presidencia no ha recibido ninguna propuesta, y ni siquiera la más mínima muestra de interés de los alcaldes por las fusiones.
Carlos Fernández les resta trascendencia: “Fusionar ayuntamientos no es la panacea, pero hay mucha gente como Feijóo que habla de boquilla. Además, ¿Qué ha hecho él para promover las fusiones, además de hablar de ellas?”. Su escepticismo sobre la integración de ayuntamientos la resume en la siguiente sentencia: “La suma de cuatro ayuntamientos en problemas es un ayuntamiento mayor en problemas”. “¿O acaso recoger la basura con un mismo camión nos va a sacar de la crisis?”. Lo que para una parte de la sociedad es una resistencia a abandonar un cargo público, para el presidente de los alcaldes es un ejercicio de responsabilidad. “Respeto que se defiendan las fusiones, pero que no se acuse a los regidores de amarrar sus sueldos. ¡Si la mayoría no cobran nada!”.
Carlos Fernández explica así la situación actual: “Merman las aportaciones del Estado, merman las de la comunidad autónoma y caen los ingresos por la vía impositiva”. “Si fallan esas tres patas, la cosa está mal, pero si la cuarta es que los bancos nos cortan los préstamos, la situación se define sola”, describe el presidente de la Fegamp. Álvarez Corbacho ofrece otro punto de vista: “Los que tienen el agua al cuello son los que han llevado a cabo una práctica administrativa descabellada, porque los principales impuestos no dependen directamente de la crisis. El catastro o el impuesto de vehículos no caen por la recesión. Además, en los últimos años no han tenido que preocuparse de la inversión, que se ha sufragado casi íntegramente a cargo del Plan E. El problema es que se han dejado llevar por la cultura de la subvención”.
“Numerosos municipios gallegos están en crisis financiera permanente por razones diversas, destacando en principio la inhibición fiscal. En estos municipios, cualquier efecto económico depresivo les daña singularmente”, reconoce el catedrático de Economía Aplicada, que ve en este proceso una confluencia de “debilidad institucional, ideologías antifiscales y una extensa cultura de la dependencia y de la subvención”.
El secreto mejor guardado es el del nombre de los ayuntamientos en auténticos apuros. “Es difícil saberlo. El año pasado fueron municipios como Os Blancos y Mondoñedo. De Cangas siempre se ha dicho que estaba también en una situación muy ajustada”, relata Carlos Fernández. El problema es en realidad “de tesorería, de liquidez para hacer frente a los compromisos”, añade. Hay datos del Consello de Contas correspondientes a 2000 que situaban a Moaña, Vilaboa, Carballiño, Cangas, Bueu y As Pontes como los de menor solvencia. En general, como define Álvarez Corbacho, “todos los ayuntamientos que viven por encima de sus posibilidades”.

También podría gustarte
Comentarios