[La Razón] Con el objetivo de compensar las emisiones de CO2 derivadas de sus oficinas centrales, Endesa plantará 700.000 árboles en la antigua mina de As Pontes, en La Coruña
Mil plazas de párking, capacidad para más de 2.300 personas y una superficie equivalente a diez campos de fútbol. Las cifras del edificio de la sede central de la compañía Endesa, en Madrid, son, cuando menos, gigantescas. Construido bajo los parámetros de la edificación bioclimática, este «coloso» de la arquitectura tiene, sin embargo, un gasto energético anual de 23 millones de kilovatios hora (kWh) el 66 por ciento corresponde al consumo de electricidad y el 34 por ciento al de gas, lo que se traduce en la emisión de más de 10.500 toneladas de dióxido de carbono (CO2) al año a la atmósfera. A pesar de estos datos, la sede central de Endesa tiene el objetivo de convertirse en un «edificio cero emisiones». ¿Misión imposible? Parece que no.
El secreto está en compensar el cien por cien de las emisiones de CO2 derivadas de las oficinas a través de un ambicioso plan de reforestación en la antigua explotación minera de As Pontes de García Rodríguez, en La Coruña. «Pero antes de contrarrestar lo que emitimos era necesario reducir el consumo energético del edificio», confiesa Arturo Maldonado, director de Patrimonio de Endesa. El objetivo ya está cumplido, pues gracias a un plan de ecoeficiencia desarrollado por la eléctrica entre 2004 y 2008 en el que se incluyó la aplicación de medidas como mejorar los sistemas de climatización e iluminación, cambiar algunos hábitos de consumo o autoproducir energía con paneles solares fotovoltaicos, la compañía ha reducido en más de un 18 por ciento el consumo de electricidad del edificio, en un 27 por ciento el de gas y en cerca de un 29 por ciento el de agua.
«Con estas medidas, la sede redujo su gasto energético anual a casi 20 millones de kWh, lo que significa la emisión de algo más de 9.000 toneladas de CO2 al año. Según una auditoría energética, para capturar estas emisiones durante los próximos 25 años era preciso reforestar unas 600 hectáreas de suelo, plantando unos 400.000 árboles. Pero hemos ido más allá, ya que, bajo el proyecto cero emisiones, desarrollado entre 2008 y 2012, se tiene previsto reforestar cerca de 700.000 árboles en 750 hectáreas de terreno en As Pontes, equivalentes a la mitad de la Casa de Campo de Madrid», detalla Maldonado.
Al tratarse de una superficie de características heterogéneas en cuanto a orografía, orientación y tipo de suelo, la realización de un plan técnico forestal en la antigua mina de As Pontes fue el primer paso que permitió establecer el índice de especies más adecuadas para crear un hábitat apropiado. «El objetivo de la restauración de cualquier zona de actividad minera es buscar la integración paisajística y la aparición de vegetación y fauna de forma natural. De ahí que la selección de las especies a plantar sea clave», afirma Miguel Colomo, director de Producción Minera de Endesa.
Más de 33.000 castaños
A finales de este mes de febrero ya se habrán plantado manualmente más de 78.000 especies autóctonas de alto valor ecológico en cerca de 82 hectáreas de terreno. En concreto, se han sembrado 33.720 castaños, 29.730 pinos, 7.331 abedules y 7.321 arces. «La selección y la proporción de las especies es muy acertada, ya que el castaño, el arce y el abedul son las frondosas más características de esta zona de Galicia. Su crecimiento será rápido», explica José Luis García de Ángela, vocal del Colegio Oficial de Ingenieros Agrónomos de Centro y profesor de la Universidad Politécnica de Madrid.
El mecanismo de fijación de dióxido de carbono es relativamente sencillo. Los árboles, mediante la fotosíntesis, absorben CO2 de la atmósfera para su crecimiento, fijando el carbono en sus células. «Pero, además de paliar las emisiones, la nueva plantación de una masa forestal de calidad disminuye la erosión, mejora la regulación hídrica de la zona y genera biodiversidad, incrementando sensiblemente el valor de los terrenos», puntualiza Maldonado.
Sin embargo, tal y como matiza García de Ángela, «no basta con plantar y quedarse en una mera cifra. Para hablar de una plantación agroforestal sostenible hay que llevar un control de la misma, con revisiones y estudios de calidad externos, además de generar puestos de trabajo y dar rentabilidad al terreno». A este respecto, Maldonado asegura que «aunque nos planteamos obtener alguna certificación, dado que las empresas participantes y las propias plantas están amparadas por certificados de calidad, hemos decidido que no se hará en las fases iniciales del proyecto». Lo que sí está previsto es la realización periódica de controles de plantas perdidas y, posteriormente, su reposición, así como la creación de puestos de trabajo, aún sin determinar. En cuanto a la rentabilidad del terreno, en un futuro se podrá vender la madera, pero ese no es el objetivo principal de Endesa.
Buen ejemplo de que el proyecto no caerá en saco roto es la cifra de más de un millón y medio de árboles y un millón seiscientos mil arbustos que ya ha plantado la eléctrica en las escombreras de sus antiguas minas a cielo abierto, como la de Andorra, en Teruel, la de Puertollano, en Ciudad Real, o la de Peñarroya, en Córdoba. Y no es únicamente cuestión de números. «Merece la pena fijarse en As Pontes, donde la recuperación va camino de convertirse en un espacio natural singular, con 600.000 árboles, extensas praderas y centenares de animales vertebrados, como el corzo o el lobo, que ahora pueblan el paraje y avalan la validez del trabajo realizado», afirma Colomo. «No estaría de más que proyectos así sirvieran de ejemplo a seguir», concluye García de Ángela.
Objetivo: 10 millones de árboles
El denominado proyecto «cero emisiones» no termina con la plantación de 700.000 árboles y la compensación del cien por cien de las emisiones de CO2 producidas por las oficinas centrales de Endesa. De hecho, eso es tan sólo el primer paso de un propósito mucho más ambicioso: plantar diez millones de árboles en 10.000 hectáreas en el plazo de los próximos diez años, lo que supondrá la absorción de más de 200.000 toneladas de CO2 al año. Gracias a este plan global, la compañía eléctrica pretender compensar las emisiones de dióxido de carbono relativas a todas las sedes territoriales de la firma en España (en total son 12 delegaciones). Pero no sólo eso, ya que, además, está previsto desarrollar el programa «huella ecológica», con el fin de neutralizar las emisiones que producen todos los empleados de la compañía en los desplazamientos realizados por motivos de trabajo, lo que supone la implicación de los trabajadores en la política medioambiental de la empresa. El último escalón de la gran meta tendrá como objetivo implantar aquellas medidas que hagan posible que se compensen las emisiones de los clientes.
«La reforestación, a diferencia de otras medidas tecnológicas, no requiere de un periodo de desarrollo; su coste es moderado y es uno de los mecanismos con mayor potencial para la mitigación de los efectos del cambio climático», asegura Maldonado, quien recuerda que convertir los restos de las antiguas minas que fueron explotadas por Endesa en un frondoso bosque forma parte del compromiso de la compañía con el medio ambiente y el desarrollo sostenible.