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LOS VASOS CAMPANIFORMES DE LA COLECCIÓN LA IGLESIA

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PERICOT, L., «Los vasos campaniformes de la colección La Iglesia», Boletín da Real Academia Galega, v. XVI, n. 192, (1927), p.p. 283-291:

A Don Santiago de la Iglesia.

La presente nota no tiene más objeto que dar a conocer el resultado de la restauración de los vasos campaniformes pertenecientes a la colección de D. Santiago de La Iglesia, en el Ferrol, y procedentes de los sepulcros en mámoas de Vilavella (Puentes de García Rodríguez)1. Varias veces2 se había publicado como procedente de este lugar un vaso campaniforme algo deteriorado, de forma esbelta y que por la simple fotografía no permitía sospechar que se tratara de un error en la restauración. El ser el único hallazgo de esta especie en Galicia le daba un alto valor por lo que no dejaba de mencionarse nunca cuando se hablaba de vaso campaniforme en España.


En una reciente visita a la colección La Iglesia nos llamaron la atención ciertas diferencias en la decoración que observamos entre la parte superior del supuesto vaso y la inferior, diferencias notadas ya por el Sr. La Iglesia y que según confesión suya le hacían dudar ya de la exactitud de la restauración. Esta, realizada además por medio de lacres y cartones producía un penoso efecto y para remediarlo propusimos a su propietario el llevarnos el vaso a Barcelona para su debida reconstrucción; esto nos fué permitido con desinterés y confianza que honra al Sr. La Iglesia y que raras veces, por desgracia, se encuentra en los propietarios de colecciones. Llevamos pues el vaso al Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación de Barcelona, sucesor del creado por el Institut d’Estudis Catalans, a cuyo frente se encuentra el Profesor Bosch Gimpera y que se halla abierto a todos los invetigadores españoles para casos como el presente; fácilmente comprobamos allí que se trataba de dos vasos de los que se habían unido la parte superior de uno con la parte inferior del otro produciendo el ejemplar esbelto e híbrido que conocíamos. Además el Sr. La Iglesia nos había entregado varios fragmentos sueltos que pertenecían a uno u otro de ambos vasos y que facilitaron la reconstrucción después que se hubo visto el lugar que ocupaban dentro de cada uno. A pesar de no estar todavía completos, se reconstruyeron fácilmente y se obtuvieron moldes de ambos con lo que podrán sacarse copias que permitan a los diversos museos europeos con quienes dicho Servicio se halla en relación, conocer los vasos campaniformes gallegos. Claro está que pueden facilitarse copias de estos vasos a los museos gallegos a quienes interese poseerlas. En la actualidad los originales vuelven a adornar la interesante colección de D. Santiago de La Iglesia.
Pasemos a la descripción de los vasos cuyas fotografías acompañan el presente trabajo (figuras 2 y 3).
vaso_campaniforme_2.jpg
El primero, que servía de parte inferior al vaso tal como se hallaba anteriormente, mide, una vez reconstruído, 14’5 centímetros de altura, 15’5 centímetros de diámetro de boca y 16 centímetros de diámetro máximo. Su forma es ancha, baja, con la panza saliente, redondeada y situada muy cerca de la base del vaso; su decoración consiste en las típicas zonas (en número de siete) rellenas de líneas con inclinación alternante y todo ello puntillado; las líneas paralelas que limitan las zonas son también puntilladas y no obtenidas por la aplicación de un bramante como ocurre con frecuencia; el puntillado es bastante fino y apretado; son frecuentes los defectos en la aplicación de la decoración (líneas torcidas especialmente) como puede verse en la fotografía. El color del vaso es rojizo con el pulimento de la superficie frecuente en esta especie cerámica; el interior tiene un tono más amarillento.
vaso_campaniforme_1.jpg
El segundo, que en su mayor parte formaba la antigua boca, está peor conservado que el anterior, y es asimismo algo más tosco. Sus dimensiones son: 13’3 centímetros de altura, 14’2 centímetros de diámetro de la boca y 14’5 centímetros de diámetro máximo; es también de color rojo con superficie pulida aunque la capa superficial ha saltado en muchos lugares. Su forma no difiere esencialmente de la del anterior aunque presenta más acusados los caracteres que señalábamos, panza muy baja y abultada, fondo con ligera concavidad, corta altura. La decoración, puntillada también, presenta la diferencia de intercalar entre las zonas de líneas inclinadas (siete en número) otras líneas paralelas; las líneas inclinadas del interior de la zona forman un ángulo más agudo que las del vaso anterior y el puntillado es más somero y más ancho; las incorrecciones son también frecuentes. Es curioso también que la decoración continúa hasta la misma base del vaso, no deteniéndose antes de llegar a ella como es corriente. Puede verse en la figura 1 del esquema de la decoración de ambos vasos. Digamos por último que están fabricados a mano lo cual es causa de ciertas irregularidades pequeñas, en la forma, y que la tierra y la cocción son regularmente cuidadas; en ambos el espesor de las paredes es por término medio de unos 3 milímetros; no puede comprobarse la aplicación de pasta en el puntillado.
No resulta fácil averiguar actualmente las circunstancias exactas del hallazgo pues las indicaciones publicadas resultan a veces vagas y contradictorias. En el catálogo del Sr. La Iglesia, aparece con el número 28 la vasija anterior a la restauración con esas indicaciones: «encontrada por mí en el plano de la base de un gran túmulus cónico en Vilavella (Puentes de García Rodríguez), después de desmontar tres toneladas de cantos rodados y tierra. No estaba estrellada sobre el cadáver según el conocido rito sino entera y a modo de lacrimatorio y fracturada bajo el enorme peso del monumento; pero conservando los fragmentos su posición respectiva»; y en los números 29 y 30 del mismo catálogo dice: «Muchos fragmentos de otras dos ánforas de igual naturaleza y dibujo encontradas por mí en la base de dos túmulus pero cuyos restos estaban esparcidos en una extensión de más de un metro cuadrado acusando evidentemente que habían sido estrellados de propósito en el acto de los ritos funerarios: igual procedencia». La papeleta que acompañaba al vaso añadía los siguientes datos: «a 4 metros de profundidad, en el plano del suelo, en el eje del túmulus de canto rodado y tierra; a 90 metros existía otro túmulus pequeño con la lanza y flechas de cobre y diadema de oro. Puentes 1893». Saralegui describe la estación y nos habla de dos grupos de mámoas3 y en cada uno cita un sepulcro megalítico; da la planta de uno de ellos, un sepulcro de corredor4 y habla de otro dolmen exagonal de 2’5 metros de longitud; dice por último que en las nueve mámoas examinadas por Maciñeira y La Iglesia se hallaron cinco hachas de pizarra anfibólica pulimentadas, una maza perforada, un vaso caliciforme y una diadema de oro. Ni Murguía ni los autores que posteriormente han hablado del hallazgo ofrecen dato alguno de interés para reconstituir las circunstancias del mismo. Por el Catálogo citado sabemos también que en el mismo túmulo donde se halló el vaso apareció ocre en polvo finísimo y que en pequeños túmulos cercanos se hallaron: una diadema de oro y puntas de lanza y flecha de cobre puro; en un «arca rectangular» aparecieron dos hachas pulidas5.
Resumiendo tenemos: dos grupos de mámoas conteniendo en su mayoría sepulcros megalíticos; en una de ellas se encontró el vaso campaniforme número 1; en otra el vaso número 26; los vasos no estaban acompañados por ajuar ninguno; el rito de enterramiento parece ser en todo el grupo la incineración; los hallazgos de otras mámoas cercanas no contradicen la cronología y cultura que nos indican los citados vasos: nos hallamos ante un momento avanzado del eneolítico que cronológicamente estará pues muy cerca del año 2500 a. de J. C. si admitimos la cronología de H. Schmidt y P. Bosch Gimpera7.
Los vasos que nos ocupan no son los únicos de esta especie que se conocen en Galicia. En el Museo de Orense se hallan cuatro fragmentos de un vaso, que por el perfil parece ser un vaso campaniforme, con decoración de líneas paralelas y onduladas incisas, procedentes de una mámoa de Piugos, de Villamarín o de Cea8; el tipo poco corriente en la decoración y la escasez de los fragmentos hacen que no nos sirva por ahora para la solución del problema del vaso campaniforme en Galicia. Murguía9 habla de otro vaso igual al de La Iglesia encontrado por Maciñeira en las mámoas de Puentes; en una reciente visita a la colección que este investigador posee en Ortigueira comprobamos la presencia de fragmentos de tres vasos de técnica igual a los que nos ocupan10 con lo que llega ya a 6 el número de vasos de este tipo señalados en Galicia; pero el ser los que describimos los únicos reconstruídos y en los que es posible por tanto apreciar la forma y el desarrollo completo de la decoración les da gran importancia al mismo tiempo que impide generalizar abase de número tan reducido de ejemplares.
Es sabido y admitido ya generalmente que la especie del vaso campaniforme11, que tanta difusión alcanza en el pleno eneolítico y, por lo menos en algunas comarcas extremas, durante el primer momento de la edad del bronce, en la Europa occidental llegando hasta Sicilia, Hungría, Dinamarca y Escocia, procede del círculo cultural andaluz en cierta dependencia con la cultura central de la Península. En Andalucía podemos seguir sus primeros pasos y hallar incluso sus precedentes y de allí le vemos irradiar en distintas direcciones: hacia Portugal, el Centro y Almería. De esta última región pasa a Cataluña por la costa oriental y desde Cataluña (a donde llega también a través de la cultura central) parece extenderse por la zona cultural pirenaica hasta Vasconia y hacia el Sur de Francia; de ahí pasa a Bretaña y tal vez, por el camino del Ródano, al Rin12. Ahora bien, ¿cuál de los caminos posibles: Cantabria, Meseta, Portugal, siguió el vaso campaniforme para llegar a Galicia? Hasta el presente creemos que este problema no puede resolverse por la falta de datos especialmente los que nos pudieran servir de enlace con los ejemplares de esta especie que conocemos en las zonas culturales más próximas; cuando tengamos este enlace podremos señalar el camino probable de llegada a Galicia; en el estado actual de nuestros conocimientos ni siquiera podríamos desechar la hipótesis de una llegada por mar desde Bretaña, por lo menos de los ejemplares que estudiamos.
Los sepulcros megalíticos gallegos parecen derivar de los portugueses formando una extensión de la cultura occidental y el lazo con la zona megalítica cantábrica y pirenaica durante el eneolítico13, pero esta dependencia es difícil de establecer en lo referente al vaso campaniforme pues es bien distinto el tipo gallego del de los vasos portugueses que por otra parte aparecen también lejos de Galicia. Tampoco ofrece analogía con los ejemplares que nos ocupa la cerámica del estilo del vaso campaniforme castellano que sufre la influencia de la decoración de la cerámica de las cuevas.
En cambio la decoración sencilla de los vasos gallegos coincide con la predominante en el grupo pirenaico14 y aun la forma, por lo menos la del vaso 1.º, puede derivarse de la de este grupo. Es posible que por la zona cantábrica los sepulcros megalíticos se extendieran hacia Oriente hasta llegar al país vasco y después a Cataluña, y no cabe negar la posibilidad de que el mismo camino, a la inversa, siguiera el vaso campaniforme del tipo predominante en las culturas de Almería y pirenaica. Repetimos sin embargo, que hasta que las comarcas vecinas de Galicia no posean hallazgos numerosos, el problema no podrá resolverse.
Pero para el vaso campaniforme gallego existe un vía de relación de alto interés; nos referimos a la vía marítima que pone en relación a Galicia con Bretaña y con Irlanda. Este aspecto está integrado dentro del problema general de las relaciones de estos países en la época prehistórica, problema que ha ocupado la atención de numerosos investigadores de la Prehistoria gallega y que nos reservamos tratar extensamente otro día. Aquí diremos solamente que entre los vasos campaniformes bretones, abundatísimos como es sabido15, no son raros los que ofrecen formas semejantes a los gallegos con cierta imperfección técnica que tienen también éstos y con el predominio absoluto de los sencillos motivos de líneas inclinadas puntilladas sobre el vaso rojo pulido. Más difícil es seguir este paralelo a Inglaterra donde el vaso campaniforme llegado de Holanda presenta un tipo degenerado muy distinto del que nos ocupa. En Cornualles, que sería acaso el lugar donde cabría esperar tipos semejantes a los gallegos o bretones, seguramente por falta de excavaciones desconocemos sus tipos de vasos campaniformes. En Irlanda los hallazgos son muy escasos; se reducen a tres fragmentos de vasos campaniformes; la forma de estos sería muy semejante a los de Puentes de García Rodríguez, esto es, de poca altura, curvatura regular y panza baja; su decoración es en dos de ellos puntillada y reducida a zonas de líneas inclinadas con otras líneas paralelas y zonas de líneas cruzadas: fueron halladas en Moytirra, condado de Sligo, o sea en la parte Norte de la isla; se guardan en el Museo de Dublín16. En resumen pues, el vaso campaniforme no contradice sino que confirma a pesar de la escasez con que se nos muestra en Irlanda y Galicia, la relación que por mar se había establecido entre las diversas regiones atlánticas de Europa y que otros fenómenos nos indican17.

LUÍS PERICOT.

1- Así es que no nos ocuparemos a fondo de los problemas con los que estos vasos tienen relación: estación de Puentes en su conjunto y origen y relaciones del vaso campaniforme gallego, limitándonos a un sucinto planteamiento de los mismos.
2- LEANDRO SARALEGUI MEDINA, Estudios sobre la época céltica en Galicia, tercera edición. Ferrol, 1894.
MANUEL MURGUÍA, Historia de Galicia, segunda edición. Tomo I. Coruña, 1901.
SANTIAGO DE LA IGLESIA, Prehistoria gallega. (Notas para un catálogo). Almanaque ferrolano. Ferrol, 1907.
ALBERTO DEL CASTILLO, La cerámica incisa de la cultura de las cuevas de la Península ibérica y el problema de origen de la especie del vaso campaniforme. Barcelona, 1922. Lám. 6, figura 8.
3- Y de cromlechs anejos a uno de los grupos.
4- Estas indicaciones de Saralegui han movido a confusión y así se ha hablado repetidas veces del vaso campaniforme como hallado en este sepulcro de corredor. (Véase por ejemplo BOSCH-PERICOT, Les civilisations de la Peninsule ibérique pendant le néolithique et l’énéolithique, (L’Antropologie, tomo XXXV, 1925, página 409) y BOSCH, artículo Glockenbecher kultur en el Reallexikon der Vorgeschichte de Ebert.
5- El conocimiento de la estación de Puentes, una de las más importantes en la prehistoria gallega por la riqueza de los hallazgos, no será completo hasta que se publiquen por D. Federico Maciñeira los datos, plantas y material que posee de las mámoas cercanas a las exploradas por D. Santiago de la Iglesia y que él estudió de manera científica.
6- De los fragmentos estudiados resulta solo la presencia de dos vasos; así pues hay que interpretar las palabras del catálogo de La Iglesia como una confusión: se mezclaron como procedentes de un mismo sepulcro partes de vasos hallados en dos mámoas distintas (número 28 del catálogo) y fragmentos pertenecientes al mismo objeto descrito se dan después (números 29 y 30) como hallados en otras dos mámoas.
7- Además de las obras citadas de Murguía y Saralegui, véanse para lo referente al eneolítico gallego HUGO OBERMAIER, Impresiones de un viaje prehistórico por Galicia. (Boletín Arq. de la Comis. Prov. de Mons. hists. y arts. de Orense, números 148 y 149 (1923); C. PÉREZ BUSTAMANTE y S. PARGA PONDAL, Notas de arqueología prehistórica galaica, Boletín de la Bibl. Menéndez y Pelayo, 1924; FL. L. CUEVILLAS, Os oujetos argáricos do Museu d’Ourense. Algunhas consideraciós en col da primeira idade dos metás na Galicia. (Bol. R. Acad. Gallega, año XX, número 173, 1925).
8- FL. L. CUEVILLAS, Nota en col do Mobiliario d’algunhas mamoas galegas depositado no Museu d’Ourense. (Bol. R. Ac. Gall., año xx, número 176, 1925).
9- Ob. cit. página 546.
10- Publicados ya por Maciñeira, junto con los restantes hallazgos de Puentes en La Ilustración Artística en el año 1895, con el título Investigaciones prehistóricas de Galicia. Hemos de agradecer vivamente a dicho señor el que nos permitiera estudiar los citados fragmentos; todos ellos presentan las zonas con líneas inclinadas puntilladas; de uno de los vasos no hay más que un pequeño fragmento hallado junto con un hacha de piedra en una cista alargada de unos 2’5 metros de longitud (uno de los sepulcros de que habla Saralegui); los restos de los otros dos vasos fueron hallados en una misma mámoa, siendo uno de decoración bastante fina mientras el otro es más grueso y tosco de factura y ornamento.
11- Acerca de los problemas relacionados con el vaso campaniforme véanse especialmente:
H. SCHMIDT, Estudios acerca de los principios de la Edad de los metales en Hespaña. Comis. de Inv. Pal. y Prehist. Memoria 8. Madrid, 1915.
P. BOSCH GIMPERA, La Arqueología prerromana hispánica. Barcelona, 1920.
ALBERTO DEL CASTILLO, Ob. cit.
En estos trabajos y otros más recientes de P. BOSCH GIMPERA, La migration des types hispaniques a l’énéolithique et au debut de l’age de bronze. Rev. Archeologique, tom. xxii. 1925, página 191. Un trabajo de conjunto sobre el vaso campaniforme es el de P. BOSCH GIMPERA, Glockenbecher kultur, en el Reallexikon der Vorgeschichte de Ebert. En prensa una obra capital sobre el mismo asunto de ALBERTO DEL CASTILLO publicada por la Universidad de Barcelona; en ella se reúne todo el material europeo conocido, sistematizándolo al mismo tiempo.
12- Tal es la teoría de P. BOSCH GIMPERA en la que no todos los autores se hallan conformes.
13- Tal es asimismo la hipótesis de P. BOSCH GIMPERA. Véanse los trabajos citados ya y su reciente artículo Megalithgrab (Westeuropa) en el Reallexikon der Vorgeschichte de Ebert.
14- Véase L. PERICOT, La civilización megalítica catalana y la cultura pirenaica, Barcelona, 1925; en la figura 30, página 85, pueden verse todos los motivos decorativos que aparecen en los vasos campaniformes pirenaicos.
Esta relación se afirma también en ALBERTO DEL CASTILLO, Ob. cit. y P. BOSCH GIMPERA, Glockenbecher kultur; véase en estos dos trabajos lo referente a los vasos campaniformes portugueses así como la bibliografía detallada.
15- Casi todos ellos en la Colección Chatellier en el Museo de Saint Germain, y en los Museos de Vannes y Carnac.
16- WOOD MARTIN en Journal of the Royal Society of Antiquaries of Irland, volumen xvi, 1883-4, página 469.
17- Para concretarnos al vaso campaniforme no hablamos de los restantes fenómenos a comparar; entre todos, los tipos megalíticos y el arte rupestre y en un momento algo posterior los útiles de bronce y las piezas de oro. Respecto a estas últimas hagamos notar que algunos consideran que la decoración del vaso campaniforme influye en la de las lunulae, collares de oro, de origen irlandés, que se encuentran también en Escocia, Inglaterra, Norte de Francia y de Alemania y Dinamarca (véase BREMER, artículo Lunula en Reallexikon der Vorgeschichte). No sabemos que haya sido señalada su presencia en Galicia; pero acaso lo es el llamado torquis hallado en un dolmen de Allariz y del que habla y reproduce (de manera muy defectuosa) BARROS SILVELO en sus Antigüedades de Galicia (figura 19), lo cual constituiría, de confirmarse, un interesantísimo paralelo.

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