Ratas coruñesas, manjar de águila real
Una empresa de As Pontes es pionera en la cría de ratas y ratones para alimentar a aves rapaces. Además, sirve hámsters y cobayas como mascotas y cede animales a institutos para ilustrar las leyes de Mendel
La Opinión de A Coruña. “La pena se me pasó el día que los de Grefa (Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat) reintrodujeron águilas reales en Galicia. Esos bichos comieron mis bichos”, explica José María Vilaboy, propietario de Xaraleira, una de las dos únicas empresas en España que crían ratas y ratones para que sirvan de alimento, vivo o congelado, a otros animales. Además, y a diferencia de su competidora del País Vasco, esta empresa de As Pontes cría otros roedores, como cobayas o hámsters, que se venden como mascotas.
Alimentar a aves rapaces ha llevado a Vilaboy a vender sus roedores a diversos puntos de la Península, como Mallorca, Barcelona, Valencia, Sevilla, Madrid, Lisboa o Santander y, ahora, a prepararse para comenzar a exportar a Centroeuropa y Emiratos Árabes. En este país, explica el criador, es una afición común cazar con halcones y águilas de Harris.
Los comienzos de este empresario fueron por afición a los animales, vistos como mascotas. “Soy bichero. Desde pequeñito tuve bichos, hámsters o cobayas, porque antes tampoco había tanta variedad”, explica Vilaboy, que empezó sus ventas como aficionado “en un garaje” -la empresa empezó a funcionar “oficialmente” en 2003-. El empresario recuerda su salto a la cría de roedores destinados a alimentar: “Yo veía que me pedían muchos ratones. Pregunté en una tienda y me dijeron que eran para dar de comer a las serpientes, que por entonces estaban muy de moda”, recuerda.
“Al principio me daba mucha pena, en el primer porte me costó mucho seleccionar cuáles se iban y cuáles se quedaban como madres, para criar. Tuve que mentalizarme. Ahora, si te soy sincero, no. Supongo que me pasa como a los médicos, que te acostumbras”, dice Vilaboy, y apunta que su incursión definitiva en la crianza de animales para alimento se produjo de la mano de la cetrería. “Aeropuertos, puertos, estadios como el del Atlético de Madrid, centros de recuperación de aves, zoológicos… tienen aves rapaces”, enumera el pontés, que se ha concienciado: “Para que el perro de tu casa tenga qué comer, tiene que morir otro animal”.
Vilaboy, cuyo negocio produce unos 500 kilos de roedor congelado al mes, asegura que no puede contabilizar los roedores que habitan sus instalaciones, en proceso de ampliación, aunque estima que rondan los 15.000 ejemplares, según un cálculo a partir del total de jaulas, 3.000. Existen jaulas de dimensiones distintas, pero la más común en sus naves, dice el empresario, es de 50x40x15 centímetros. El número de animales que habitan cada una depende del tamaño y la especie. “En ratones, meto un macho y tres hembras en cada una. Pero las hembras pueden tener 15 crías, que se quedan hasta que paran de mamar; luego van a las jaulas de engorde. En los hámsters rusos, están una hembra y un macho por jaula, con sus crías. En las jaulas de hámster común, en cambio, está la hembra sola, con sus crías, porque si no se carga al macho”, dice el pontés.
Los trabajadores de Xaraleira, -cuatro, incluido Vilaboy- se ocupan cada día de la alimentación e higiene de las 3.000 jaulas. “Yo soy bastante multitarea: llevo las tareas de oficina, ventas, compras… Cada vez hago menos lo que más me gusta”, dice Vilaboy, en referencia al cuidado de los animales y al contacto directo con ellos. Las tres empleadas se encargan “más o menos cada una de unos animales”.
Los precios de los animales criados en As Pontes varían según la especie y el número de ejemplares del pedido. Un ratón cuesta entre cincuenta y sesenta y cinco céntimos si se compra por encargos de hasta 30 ejemplares pero, si el comprador adquiere más de cien, pagará entre cuarenta y cincuenta y cinco céntimos, según el tamaño del roedor. El animal más caro de los que sirven en As Pontes es la cobaya, cuyos precios van desde los ocho hasta los diecinueve euros.
Mariquitas contra las plagas
Además de la cría de roedores para su venta como mascotas o como alimento, Vilaboy tiene en mente varios proyectos de investigación. La “lucha biológica con insectos” contra las plagas es una de las líneas que más atraen al pontés, en cuyas naves, además de roedores, podrían vivir mariquitas. “Son depredadores naturales; son como un león en insecto”, explica.
El empresario asegura que una plaga de pulgón en una plantación de tomates podría combatirse con este insecto sin necesidad de utilizar pesticidas, productos que, critica, “está probado que tienen relación con la desaparición de las abejas en Europa”. Vilaboy reconoce que los productos cultivados sin emplear pesticidas serían más caros, “no por el precio de la mariquita, sino porque, si con pesticidas pierdes un 10% de los tomates, con las mariquitas, un 30%. Y eso lo paga el que compra los tomates, claro que tendría tomates cultivados sin pesticidas…”. El criador admite que “no son los tiempos” para emprender una iniciativa así y, además, cree que “el mercado no está maduro”.
El empresario pontés tiene abierta “una línea” con el campus lucense de la Universidade de Santiago, aunque, aclara, “todavía no hay nada firmado”. La colaboración, por el momento, se reduce a que, cuando en el criadero de As Pontes mueren “roedores raros, que no son comerciales”, el criador los cede a la universidad “para que hagan prácticas y no tengan que matar un bicho innecesariamente”. Pero no es esa la colaboración con la universidad compostelana que más atrae al empresario.
“El proyecto que en realidad quiero desarrollar con ellos es el estudio de la genética de los conejos enanos: a mí me es útil como empresario, porque un conejo también es una mascota; y a ellos, porque en el conejo de carne, lo que se busca es el gigantismo”, explica Vilaboy. El creador de Xaraleira considera interesante para los investigadores conocer las causas genéticas de que un conejo sea pequeño- “por qué son grandes ya está muy investigado, y ya se sabe”-. Este proyecto no está definido, lamenta Vilaboy, que se atribuye la “culpa” de que no se haya concretado: “Tengo demasiados frentes abiertos”.